La encrucijada de Javier Milei: entre la cercanía a Trump y el principal socio comercial argentino, China
Por Iván Pérez Sarmenti, CNN en Español
Este jueves aterrizó en Buenos Aires el primer avión de China Eastern proveniente de Shanghai, un hecho que inauguró la ruta aérea más larga del mundo: son casi 20.000 kilómetros con un vuelo comercial que realiza una escala en Auckland, Nueva Zelandia. Según la aerolínea china, inaugura un “corredor del sur” que conecta Asia y Oceanía con Sudamérica con dos vuelos semanales.
Pero esta noticia, que podría ser anecdótica, toma relevancia al considerar las tensiones actuales entre el gigante asiático y Estados Unidos, a las que Argentina no es ajena: China es su principal socio comercial, pero el Tesoro estadounidense fue decisivo para evitar un colapso económico previo a las elecciones de medio término en octubre al otorgar un salvataje financiero con un swap, o permuta financiera, de US$ 20.000 millones, e intervenciones directas en el mercado cambiario argentino para evitar una depreciación del peso argentino.
En ese entonces, el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, confirmó a la cadena Fox News que esa asistencia tenía como contraparte el compromiso de “sacar a China de Argentina y de toda América Latina”. Sin embargo, desde septiembre China se erige como el primer socio comercial de Argentina, superando al líder histórico, Brasil, algo que no sucedía desde 2020 y que, junto con esta nueva ruta aérea, contrasta con los intereses de Estados Unidos de alejar a China de la región.
Milei nunca se pronunció sobre ese supuesto compromiso, pero durante su campaña para llegar a la presidencia, allá por 2023, se mostraba abiertamente en contra de cualquier tipo de relación con China. “No solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Yo soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí”, señaló durante una entrevista con el periodista Tucker Carlson.
Pero más allá de los dichos de unos y otros a lo largo del tiempo, lo cierto es que las relaciones comerciales entre Argentina y China no han perdido vigor durante el gobierno del libertario.
En septiembre, las exportaciones hacia el gigante asiático crecieron gracias a una decisión puntual del gobierno argentino para captar dólares, que solo estuvo vigente tres días y establecía la quita temporal de las llamadas “retenciones” al agro. Pero, si bien con esta exención tributaria al comercio exterior Argentina tuvo un incremento del 201,7 % interanual de las exportaciones a China, en octubre la tendencia continuó. Ya sin ese beneficio, los chinos se mantuvieron en el primer lugar con exportaciones por US$ 1.166 millones (+241,4 % interanual) e importaciones por un total de US$ 1.862 millones (+33,7 % interanual).
La decisión de la administración Milei de suspender temporalmente los tributos a las exportaciones en septiembre ocurrió inmediatamente antes del anuncio del salvataje del Tesoro estadounidense y despertó susceptibilidades con ambos socios.
En Estados Unidos, la Asociación Estadounidense de la Soja emitió un comunicado en el que sostenía: “La frustración es enorme. Los precios de la soja en Estados Unidos están cayendo, la cosecha está en marcha y los agricultores leen titulares no sobre la firma de un acuerdo comercial con China, sino sobre que el gobierno estadounidense está otorgando 20.000 millones de dólares en apoyo económico a Argentina, mientras ese país elimina sus impuestos a la exportación de soja para vender 20 cargamentos de soja argentina a China en apenas dos días”.
La embajada de China en Argentina también se quejó, pero de la intención de Bessent de “sacar a China” de la región y, a través de un comunicado, lo acusó de moverse con un ánimo de confrontación e intervencionismo en asuntos soberanos más propio de la Guerra Fría. “Scott Bessen y Estados Unidos deben entender que América Latina y el Caribe no es el patio trasero de nadie. Los países de la región tienen el derecho de elegir quiénes son sus socios en materia de cooperación”, sostuvo.
Aunque Milei sea el “presidente favorito” de Donald Trump, Argentina no parece ser un socio estratégico cómodo para Estados Unidos. Sus reiteradas crisis económicas han implicado varias ayudas financieras. Desde la del Fondo Monetario Internacional, donde los estadounidenses son los principales accionistas y que en 2018 otorgó el mayor crédito de su historia —US$ 50.000 millones— a la nación sudamericana, hasta los US$ 20.000 millones del Tesoro estadounidense de este año.
Además, ambos países no parecen tener economías muy complementarias: venden muchas de las mismas cosas, como soja, maíz, trigo, carne o aceite. Para Argentina, hoy Estados Unidos ha quedado relegado al cuarto puesto entre sus socios comerciales, superado, además de China, por Brasil y la Unión Europea. Pero en el ranking estadounidense, Argentina está mucho más atrás: quedó en el puesto 40 en 2024 y este año la administración Trump le aplicó el gravamen mínimo del 10 % que se aplica a casi todos los países.
Con China, Argentina mantiene un esquema comercial similar al que tiene Estados Unidos, pero amplificado. Hay una gran asimetría entre lo que logra vender y lo que le compra. Los chinos demandan mayormente los productos primarios argentinos, muchos de los cuales Estados Unidos también produce, y venden principalmente bienes de capital e intermedios, es decir, productos con un mayor valor agregado.
En ese sentido, en Argentina una de tres las principales exportadoras del agro es la multinacional china COFCO.
Si bien es cierto que las relaciones los países no se reducen solo al comercio, parece difícil que, más allá de las ideologías, Argentina pueda prescindir o al menos disminuir la relación con una potencia como China, que tiene una economía más complementaria a Argentina que Estados Unidos. Quizás esta nueva ruta aérea Shanghai-Buenos Aires sea un reflejo de eso.
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