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El metaverso está acabado y Wall Street no podría estar más feliz

Análisis de Allison Morrow, CNN

Parece que Meta finalmente está lista para poner fin al sufrimiento del metaverso.

Las acciones de la compañía antes conocida como Facebook subieron un 7 % la mañana del jueves tras un informe de Bloomberg que señala que el CEO, Mark Zuckerberg, recortará el presupuesto del equipo del metaverso hasta en un 30 %. CNN no ha confirmado el informe y Meta no respondió a una solicitud de comentarios.

La acción terminó el día con una subida del 3,4 %.

No es difícil ver por qué Wall Street está tan entusiasmado. Después de cuatro años y miles de millones de dólares desperdiciados, el metaverso —una función en la que Zuckerberg creía tan profundamente que renombró la compañía en su honor— está, más o menos, acabado.

La idea nunca tuvo mucho sentido, incluso cuando Zuckerberg declaró dramáticamente que el metaverso sería “el sucesor de internet móvil”. La compañía inicialmente se fijó el objetivo de alcanzar 500.000 usuarios activos mensuales en Horizons Worlds, un espacio de realidad virtual, para finales de 2022. Según el Wall Street Journal, Meta revisó ese objetivo a casi la mitad más tarde ese mismo año.

Para ser claros, aún no sabemos qué pasará con el metaverso, que forma parte de la división Reality Labs de Meta, encargada de sus visores de realidad virtual. Y Zuckerberg ha dicho que todavía cree que algún día la gente pasará cantidades significativas de tiempo en mundos virtuales.

Pero todo el proyecto está, por decir lo menos, muy lejos del vasto idilio digital del sueño febril de Zuckerberg durante la pandemia, y está siendo relegado al fondo del armario como tantos otros proyectos bien intencionados de la época de la pandemia de covid-19.

Los inversionistas (y la mayoría de las personas que usan internet) fueron escépticos desde el principio.

El metaverso era un concepto difuso, presentado a una población que acababa de salir de los confinamientos por el covid-19 y que no quería nada más que estar cerca de otros humanos fuera de línea, en la vida real. Meta nos decía que el futuro de las redes sociales sería inmersivo, como una gran videollamada de Zoom poblada por alter egos digitales que pueden interactuar, jugar y comprarse cosas unos a otros por… ¿diversión? En realidad no estaba claro cuál era el objetivo, y de todas formas, para llegar ahí se necesitaba acceso a un visor voluminoso de US$ 400.

Por supuesto, el momento de la renovación de marca de Meta también fue importante.
Facebook intentaba desesperadamente arrastrarse fuera de un pantano de titulares negativos vinculados a la denunciante Frances Haugen, quien filtró documentos internos al Wall Street Journal detallando cómo la gigante de las redes sociales repetidamente no abordó problemas en sus plataformas que los ejecutivos sabían que estaban perjudicando a los usuarios (especialmente adolescentes).

La empresa, bajo todo tipo de escrutinio y aún resentida por haberse perdido el cambio hacia los teléfonos inteligentes, necesitaba un cambio de narrativa.

Pero cuanto más la gente pudo ver del metaverso, menos atractivo resultaba. Aproximadamente un año después del giro de Meta, una imagen del propio Zuckerberg, con un rostro cuadrado y sin vida dentro del metaverso, se volvió viral debido a lo sorprendentemente mediocres que seguían siendo los gráficos tras un año de trabajo y miles de millones de dólares invertidos en su desarrollo. En ese momento, escribí sobre lo que veía como el mayor problema del metaverso de Meta: simplemente no se ve cool.

El atractivo inicial de Facebook residía en parte en cómo permitía a las personas mostrarse como cool, fuera lo que eso significara para ellas.

Podías ser gracioso, atractivo o misterioso en tu foto de perfil. Podías escribir un estado ingenioso mencionando alguna banda indie poco conocida. Creabas toda una vibra con tus listas de películas, música y libros favoritos. Y podías conectar con personas de una manera que dejaba el significado de esa conexión en la ambigüedad: “agregar como amigo” podía significar mucho, o muy poco, sin presión, lo que sea, solo sé cool.

Ese factor cool claramente falta en el metaverso. Pero Zuckerberg puede que haya aprendido al menos una lección del desastre: la estética importa, por eso Meta está fichando al principal diseñador de Apple, Alan Dye, para dirigir un nuevo estudio de integración de hardware, software e IA.

Los ahorros provenientes de los recortes en el metaverso, dijeron personas familiarizadas con los planes a Bloomberg, se espera que se desvíen a otros proyectos, incluidos lentes de inteligencia artificial y otros dispositivos vestibles, donde Meta busca consolidar su dominio. Este año, la empresa mantuvo una gran ventaja sobre sus rivales, capturando el 61 % del mercado de lentes inteligentes y dispositivos AR/VR, según IDC Global.

Sin embargo, al igual que el metaverso, el retorno financiero de la inteligencia artificial está lejos de ser seguro, y Wall Street ha expresado preocupación por la disposición de Zuckerberg a gastar sumas astronómicas en tecnología no comprobada, incluso en una tan popular como la inteligencia artificial.

Zuckerberg, como es característico, no se deja intimidar. “Si terminamos malgastando un par de cientos de miles de millones de dólares, creo que eso sería muy desafortunado, obviamente”, dijo en septiembre en el pódcast “Access”. “Pero lo que diría es que en realidad creo que el riesgo es mayor del otro lado”.

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