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¿Quién es quién en la estructura del poder en Venezuela, más allá de Maduro?

Por German Padinger y Gonzalo Zegarra, CNN en Español

Durante los últimos 25 años el poder en Venezuela ha estado en manos de una sola fuerza política: el chavismo, un movimiento que hoy vive uno de sus capítulos más inciertos frente al creciente despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y al que Washington acusa de estar corrompido por el Cartel de los Soles, organzación a la que acaba de desginar como terrorista.

Representados al comienzo por el Movimiento V República (MVR) y luego por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), los seguidores del fallecido Hugo Chávez, cuyo heredero es el sancionado presidente Nicolás Maduro —cuyo Gobierno niega cualquier vinculación con el narcotráfico—, han ejercido un control casi total sobre el Estado venezolano, enfrentándose en muchas ocasiones con violencia a sus opositores.

Chávez llegó al poder tras ganar las elecciones de 1999, y se consolidó al sobrevivir un intento de golpe de Estado en 2002 (el mismo Chávez había protagonizado otro intento fallido de golpe en 1992).

Su popularidad no paró de crecer en la década siguiente, que coincidió con la implementación del “Socialismo del Siglo XXI”, una serie de políticas públicas orientadas a la redistribución del ingreso, permitidas por los altos precios del petróleo, la principal exportación de Venezuela.

Chávez murió de cáncer en 2013, y fue sucedido por Nicolás Maduro, que aún es el presidente de Venezuela.

Aunque ya se habían registrado protestas, la llegada de Maduro inició una larga etapa de conflictividad social, de choques entre oficialismo y oposición, de acusaciones de violación de derechos humanos por parte del Gobierno y de profunda crisis económica —caracterizada por una altísima inflación.

La primera consecuencia de esta dura etapa en la historia venezolana ha sido el éxodo: de acuerdo con datos de la ONU, 7,9 millones de personas (en un país de 27 millones, según el último censo de 2011) abandonaron Venezuela durante el chavismo y especialmente tras la llegada de Maduro al poder.

En contraste con el poder concentrado y la popularidad de Chávez, Maduro, fuertemente resistido por una parte la población, y en medio una estado constante de crisis económica y política, ha tenido que compartir el poder.

Esta es una radiografía de los líderes del chavismo, enfrentados ahora a la que es quizás su crisis más importante: la escalada de tensiones militares en el Caribe con Estados Unidos, que acusa al Gobierno de Venezuela de esta cooptado por el narcoterrorismo, lo cual Caracas rechaza completamente.

En los inicios de la carrera política de Chávez, Maduro estuvo ahí: hizo campaña por la liberación de su líder, arrestado tras el fallido intento de golpe de Estado y 1992, y luego lo ayudó a fundar el Movimiento V República.

En 1999 obtuvo su primer cargo político al ser elegido para la Asamblea Nacional Constituyente, que reformó la Constitución, y luego como diputado en la Asamblea Nacional.

Antiguo conductor de autobuses y miembro del sindicato de Tránsito, Maduro avanzó rápidamente en las filas chavistas demostrando su lealtad a Chávez: fue ministro de Relaciones Exteriores en 2006, y en 2012 vicepresidente de Venezuela.

Un Chávez debilitado por el cáncer lo eligió sucesor en 2012, y Maduro asumió en el cargo de presidente, en forma interina, en 2013 tras la muerte del fundadro del chavismo.

Un mes después, ganó las eleciones presidenciales derrotando por escaso margen al líder opositor Henrique Capriles, dando inicio a una presiencia que continúa hasta hoy.

Maduro fue sancionado por EE.UU. en 2017 y en 2020, durante el primer Gobierno de Donald Trump, fue acusado de narcoterrorismo y corrupción como presunto líder del Cartel de los Soles, lo cual el presidente de Venezuela rechaza enérgicamente. Caracas, de hecho, niega que el Cartel de los Soles exista.

A raíz de la acusación, EE.UU. ofreció en 2020 una recompensa de US$ 15 millones por su captura, que pasó a US$ 25 millones durante el Gobierno de Biden, en 2024, y a US$ 50 millones en agosto.

El lunes EE.UU. fue aún más allá al designar al Cartel de los Soles como organización terrorista, con Maduro a la cabeza, lo cual podría abrir para Trump una amplia autoridad para actuar con medios militares en Venezuela.

Su esposa, Cilia Flores, también fue sancionada por EE.UU. y Canadá. Aunque bajó perfil tras el ascenso de Maduro a la presidencia, Flores también tiene una larga carrera política es uno de los perfiles clave del chavismo.

La abogada fue elegida diputada en 2000 y en 2005, y segunda vicepresidenta del PSUV entre 2009 y 2011, pero su cargo más importante, procurada general, llegó 2012 y gracias a Chávez.

“Ella tiene todo un trabajo político. Cuando llega a primera dama, pasa a un segundo plano. Pero para muchos, es el poder detrás del trono o una asesora de primera línea”, dijo a CNN Carmen Arteaga, doctora en Ciencia Política y profesora asociada de la Universidad Simón Bolívar.

Considerado por muchos como el “número 2” del chavismo, Diosdado Cabello ha sido uno de los hombres más influyentes del chavismo y se lo vio, junto a Maduro, flanqueando a Chávez en su última aparición pública en 2012.

Cabello es, de hecho, uno de los pocos políticos cercanos a Chávez desde el comienzo, además de Maduro y Vladimir Padrino, ministro de Defensa, que tiene ahora un puesto clave en el gabinete.

De acuerdo con el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), Cabello se dedicó durante años a “la confrontación y persecución contra los y las defensoras de derechos humanos”, y ha “obligado a disminuir el perfil público y tomar todo tipo de cuidados para la mayoría de las organizaciones”.

Cabello, de origen militar, no se ha pronunciado sobre este informe, aunque ha criticado en el pasado a Provea.

Actualmente, Cabello es ministro del Interior, Justicia y Paz, un cargo de perfil considerablemente mayor al que ha tenido en los 25 años de chavismo, donde al mismo tiempo se caracterizó por su lealtad y por su programa de televisión “Con el mazo dando”, en el cual durante horas atacar a políticos de la oposición, cuenta chistes y promueve la postura del Gobierno.

Fue sancionado por el Tesoro de EE.UU. en 2018, y desde el 2020 pesa también una recompensa por su captura impuesta por el Departamento de Estado y que asciende a US$ 25 millones.

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, una de las instituciones más importantes en Venezuela, tiene un solo líder desde 2014 y ese es Vladimir Padrino López.

En un movimiento como el chavismo, fundado por un militar de carrera como Hugo Chávez, esto no es poco: Padrino fue incluso alumno del fallecido presidente en la Academia Militar y demostró su lealtad en 2002, cuando Chávez sufrió un intento de golpe de Estado y Padrino se rehusó a levantarse junto a su unidad militar contra el presidente.

Para Murillo, Padrino “es un componente esencial de la cúpula gobernante” y “sin su apoyo, el proyecto tambalearía mucho más”.

De acuerdo con el coordinador de Provea, la oposición tenía la expectativa de que Padrino reconociera el triunfo electoral de la oposición en 2024, en las que el Gobierno aseguró en cambio haber ganado sin haber presentado nunca las actas.

Pero Padrino no lo hizo. “Lo que termina posicionándose en el entorno militar es el miedo al siguiente paso a un cambio político”, consideró Murillo, en referencia a las acusaciones en su contra.

Padrino fue sancionado por el Tesoro de EE.UU. en 2019, y ese mismo año fue acusado de tráfico de cocaína en una corte estadounidense (hay una recompensa de US$ 15 millones sobre su captura). El ministro de Defensa rechaza los cargos en su contra y ha dicho que todo es una “burda patraña”

Delcy Rodríguez es la vicepresidenta de Venezuela y al mismo tiempo ministra de Petróleo, por lo que es también uno de los personajes más fuertes del chavismo y ha ocupado cargos desde la época de Chávez.

En noviembre de 2024, Maduro dijo, entre risas, que Delcy Rodríguez sería además “rectora de la economía productiva y de calidad de Venezuela”, un nuevo cargo creada luego de que Trump anunciara que Elon Musk tendría un puesto en su nuevo Gobierno.

“Así como Trump le creó un cargo por allá a una persona en Estados Unidos, yo, siguiendo el ejemplo de Trump, voy a crear un nuevo cargo aquí: rectora de la eficiencia económica, rectora de la calidad y la producción, ¿le gusta el cargo? La rectora. Bueno, está bien. Aprobado, pues”, dijo Maduro. “No tendrá satélites en el espacio, pero tiene cerebro, compadre, que es lo que hace falta”, agregó.

El hermano de Delcy, Jorge Rodríguez, es presidente de la Asamblea Nacional y ha sido clave en impulsar los proyectos de leyes más duras del Gobierno de Venezuela.

De acuerdo con un informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela de la ONU, la Asamblea Nacional que preside Rodríguez ha sido “instrumental en la aprobación de nuevas leyes restrictivas del espacio cívico y democrático sin que medie un debate genuino y democrático”.

Los hermanos Rodríguez fueron sancionados por el Tesoro de EE.UU. en 2018, y Delcy Rodríguez también fue sancionada por la Unión Europea ese mismo año, tras las cuestionadas elecciones presidenciales en las que ganó Maduro.

Tarek William Saab tiene una larga carrera en el oficialismo como diputado, constituyente, gobernador y defensor del pueblo

Llegó a liderar el Ministerio Público en 2017, en reemplazao de a Luisa Ortega Díaz.

Oscar Murillo, coordinador general de Provea, dijo a CNN que Saab “ha acompañado el proceso revolucionario de (Hugo) Chávez”, pero que su trabajo como fiscal general no ha sido en paoyo de las víctimas. “(En Venezuela) existe miedo y terror a denunciar, y eso habla mal de la Fiscalía”, dijo Murillo.

En una entrevista CNN, Saab defendió en cambio su gestión y dijo que él mismo, como titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Constituyente de 1999, escribió el título sobre garantías constitucionales.

Saab fue sancionado en 2017.

La Milicia Bolivariana, fundada por Chávez en 2008, ha quedado en el centro de las tensiones recientes entre EE.UU. y Venezuela luego de que Maduro anunciara una movilización masiva en todo el país de esta fuerza irregular cuyas capacidades reales son una incógnita.

Su comandante desde 2023 es Elio Estrada, hasta ese momento jefe de la Policía Nacional, un hombre sancionado en septiembre por EE.UU. por su rol en la detención de opositores durante las protestas posteriores a las elecciones de 2024.

Estrada también es investigado desde 2019 por un panel de expertos para la ONU por presuntas violaciones a los derechos humanos.

Alexander Granko, jefe de la Dirección de Asuntos Especiales de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), es también investigado por el mismo panel de expertos de la ONU y fue sancionado por EE.UU. en 2019 por “abusos sistémicos de los derechos humanos y represión de la disidencia”.

La DGCIM es, junto al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), uno de los “pilares perdurables de la represión” en Venezuela, de acuerdo con un informe de la organización estadounidense Robert F. Kennedy Human Rights y la organización venezolana Foro Penal, responsables de desapariciones forzadas que son parte de una “estrategia del Gobierno para mostrar poder”.

Mientras un reporte de la Misión de Determinación de los Hechos creada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas señala que “el Sebin y el DGCIM fueron parte de una maquinaria diseñada y desplegada para ejecutar el plan del gobierno para reprimir la disidencia y cimentar su propio control del poder”.

Antiguo ministro de Agricultura en 2013, Yvan Gil llegó a liderar el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores en 2023 y desde entonces ha liderado la cancillería con una lealtad total al Gobierno.

Luego de las elecciones de 2024, que no han sido reconocidas por buena parte del mundo, Gil defendió a Madur y su gobierno y acusó a la oposición de golpistas.

Y, en la crisis actual, insistió en asegurar que el Tren de Aragua, una de las organizaciones declaradas terroristas por EE.UU., es “una ficción”.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (TSJ) han sido instituciones clave para cimentar el poder de Maduro en medio de crecientes acusaciones de violaciones de derechos humanos y fraudes electorales.

Sus respectivos líderes, Elvis Amoroso y Caryslía Rodríguez, se han mostrado así como pilares del chavismo.

Rodríguez, abogada ligada al PSUV, preside el TSJ desde enero y ha liderado esfuerzos recientes para anular las elecciones primarias en las que fue electa la opositora —y desde octubre Premio Nobel de la Paz— María Corina Machado, posteriormente inhabilitada y ahora en la clandestinidad.

El Tesoro de EE.UU. la sancionó en 2024.

Mientras que Amoroso, figura leal al Gobierno que fue sancionado en 2017, fue quien proclamó la victoria de Maduro en las elecciones de 2024 sin presentar hasta la fecha ningún documento respaldatorio.

Llegó a dirigir el CNE en 2023. Antes de eso, fue diputado y vicepresidente de la Asamblea Nacional Constituyente, creada por el chavismo en 2017 luego de que el TSJ declarada en desacato a la Asamblea Naciuonal, controlada por la oposición. También, en su rol de contralor dictó la inhabilitación del líder opositor Juan Guaidó, y posteriormente la de Machado.

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