Antes neutral, Trinidad y Tobago ahora se enfrenta a Venezuela y se alinea con EE.UU. Estas son las razones del giro
Por Anabella González, CNN en Español
A apenas 11 kilómetros de la costa de Venezuela, en el extremo norte de América del Sur, Trinidad y Tobago dejó de ser un testigo volverse protagonista en la geopolítica de una región alterada ante el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe. Impulsados por su ubicación y su disponibilidad de recursos, sus alineamientos y decisiones atraen hoy la atenta mirada de América.
Conformado principalmente por dos islas en las que habitan poco más de 1,3 millones de personas, este país insular sobresale entre otros de la región por algunos factores: su fortaleza industrial, su ubicación clave para el comercio y la inmigración; y su acercamiento a Estados Unidos, señalan los analistas.
La primera ministra del país, Kamla Persad-Bissessar, redefinió la política exterior de Trinidad y Tobago al asumir el cargo en mayo, anteriormente más ligada a la cooperación entre países del Caribe. En momentos de inestabilidad, tensó las relaciones con el Gobierno del presidente Nicolás Maduro en búsqueda de afianzar cada vez más su alianza con Donald Trump.
El Golfo de Paria separa a Trinidad y Tobago de Venezuela apenas por un puñado de kilómetros. Ambos países están muy cerca. Tanto que Venezuela calificó de “provocación miltar” la llegada del destructor estadounidense USS Gravely a Trinidad y Tobago a fines de octubre para realizar ejercicios militares durante varios días.
El de Trinidad y Tobago es un punto geográfico clave: el que une al Caribe con América del Sur, lo que convierte al país en un paso estratégico para el comercio, la cooperación en seguridad y la inmigración en el sur de ese mar.
Este país “combina geografía, industria y estabilidad como pocos países de la región”, explica a CNN Imdat Oner, exdiplomático que estuvo destinado en Venezuela y acreditado en Trinidad y Tobago a cargo de los asuntos diplomáticos con la capital, Puerto España.
Lo que distingue a Trinidad y Tobago le da una fortaleza única para posicionarse en los mercados como un socio prometedor. El país caribeño tiene un sector energético plenamente desarrollado, que produce y exporta gas natural licuado, amoníaco y metanol, apunta el analista.
El yacimiento Dragón, que se estima contiene miles de millones de pies cúbicos de gas natural, acumulaba años de retrasos por las sanciones de EE.UU. A fines de septiembre, el Departamento de Estado renovó la licencia para impulsar su desarrollo con el compromiso de que “no beneficie significativamente al régimen de Maduro”.
Antes ligada a una mayor dependencia de la Comunidad del Caribe (Caricom), el Gobierno de Persad-Bissessar ahora se acerca a la agenda estratégica de Occidente.
“Hay una gran preocupación por el crimen en Trinidad y Tobago, y una de las cosas que la primera ministra ha intentado demostrar es su mano dura con la seguridad”, dice a CNN Robert Wood, subdirector del Economist Intelligence Unit (EIU) en América Latina y el Caribe.
Cuando Estados Unidos llevó a cabo el primero de más de una decena de ataques a una presunta embarcación con drogas en el Caribe y apuntó a la supuesta responsabilidad de Maduro, el Gobierno de Trinidad y Tobago defendió y elogió la operación, que dejó 11 muertos.
“A mí, junto con la mayor parte del país, me alegra que el despliegue naval estadounidense esté teniendo éxito en su misión”, dijo Persad-Bissessar en un comunicado. Todos los narcotraficantes “deberían ser asesinados violentamente”, dijo.
Preocupada por el crimen organizado en su territorio, Persad-Bissessar argumenta que los países pequeños como Trinidad y Tobago “no cuentan con los recursos financieros ni militares para enfrentarse a los cárteles de la droga”.
Con este apoyo a las acciones marítimas estadounidenses y su posterior cooperación con ejercicios militares a pocos kilómetros de la costa venezolana, el Gobierno de Persad-Bissessar dejó la mediación geopolítica y “puso fin, en la práctica, a la cautelosa neutralidad que antes permitía a Trinidad y Tobago servir de puente entre Washington y Caracas”, dice Oner.
Con la prioridad en su vínculo con Trump, el Gobierno de Trinidad y Tobago podría esperar obtener beneficios económicos como seguridad energética, asistencia en defensa y nuevos canales de financiación,
En el panorama actual, que el gobierno trinitense se acerque a Maduro es un escenario improbable, dice Wood.
Por el contrario, el riesgo de que Trinidad y Tobago se vea “arrastrada” a una situación de confrontación militar con Caracas por apoyar a Estados Unidos es, aunque moderado, un riesgo al fin.
Más allá de las contingencias a corto y largo plazo, subyace un cambio geopolítico más profundo, explica Oner. Trinidad y Tobago cambió el rumbo que había tenido durante décadas junto a los estados del Caribe: el de una política colectiva de no alineamiento a través de la CARICOM. “La reciente decisión de Trinidad y Tobago de alinearse tan estrechamente con Washington en medio de la guerra contra el narcotráfico representa una ruptura con ese enfoque tradicional”.
En ese cambio de mirada estratégica, el territorio está fortaleciendo lazos económicos con Guyana —que tiene el mayor crecimiento esperado de producción de petróleo en el mundo hasta 2035— y Surinam. Junto a ellos está conformando un nuevo corredor energético en el Caribe oriental, más alineado con la inversión occidental, dice el exdiplomático.
Sin dudas, EE.UU. ve en Trinidad y Tobago “un socio estable y democrático” en su accionar contra Venezuela en la tensa zona en el Caribe, dice Oner.
Las operaciones en el Caribe, que comenzaron en septiembre tras el despliegue de buques de guerra estadounidenses en la zona, escalaron cada vez más. Washington insiste en que se trata de una misión para combatir los cárteles de la droga, pero el Gobierno de Venezuela sostiene que EE.UU. busca un cambio de régimen.
El posicionamiento del Gobierno de Trinidad y Tobago a favor de EE.UU. ya generó repercusiones en Venezuela, que sostiene que esa alineación está “bajo coordinación, financiamiento y control del Comando Sur de Estados Unidos” con el presunto objetivo de instalar una guerra en el Caribe.
Días atrás, el Parlamento de Venezuela declaró persona non grata a la primera ministra de Trinidad y Tobago por sus decisiones. Persad-Bissessar defendió la soberanía de su país y aseguró que su colaboración con EE.UU. en materia de defensa se justifica en la lucha contra el crimen transnacional.
Puede que Trinidad y Tobago tenga un rol discreto en el monitoreo de la seguridad marítima y la lucha contra las rutas del narcotráfico, pero es un papel que en estas circunstancias resulta clave, apuntan los especialistas.
Las relaciones entre Puerto España y Caracas se encuentran ahora en uno de sus puntos más bajos en la historia reciente, analiza el exdiplomático especializado en ambos países.
Asegura que las consecuencias ya son visibles tanto a nivel simbólico como práctico. En el primer caso, las declaraciones de Maduro y su Gobierno contra la primera ministra en una retórica de enfrentamiento dan cuenta de una ruptura diplomática sin precedentes.
En el segundo caso, lo sucedido “paralizó años de delicadas negociaciones sobre proyectos conjuntos de gas que requerían que ambos gobiernos consiguieran exenciones de las sanciones estadounidenses y sortear complejos obstáculos regulatorios”.
La cooperación en el sector energético, base del vínculo entre las dos naciones, ahora están afectadas por las repercusiones políticas. Y el impacto en la economía trinitense se podría profundizar al perder una alianza energética que podría haber aliviado la escasez de gas en el país, dice Oner. Este es un desafío que Trinidad y Tobago deberá afrontar.
En el escenario de presión entre Washington y Caracas, las intenciones de Persad-Bissessar de fortalecer el vínculo con Estados Unidos seguirán su curso, prevé por su parte el analista del EIU para América Latina y el Caribe. Coincide en el panorama: esto, cuanto menos, pondrá en riesgo las iniciativas energéticas entre ambos.
“Un ataque directo de Estados Unidos contra Venezuela no forma parte actualmente de nuestro pronóstico principal, pero existe un riesgo creciente de tensiones marítimas por los recursos energéticos en disputa entre Trinidad y Tobago y Venezuela”, dice.
El curso de los acontecimientos de la tensiónependerá de cómo Estados Unidos y Venezuela gestionen sus intenciones y la medida en que estas pasen a la acción, coinciden los especialistas.
En el caso de Trinidad y Tobago, su posicionamiento cambió y con eso se modfifican no solo los eventos de hoy, sino los potenciales. “Hoy, Puerto España no solo observa el desarrollo de los acontecimientos. Sus decisiones ahora tienen repercusiones que trascienden sus fronteras”, dice Oner.
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