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“Me siento culpable al comer”: Familias de bajos ingresos se preparan para perder acceso a miles de millones en ayuda federal

Por Isabelle Khurshudyan y Tami Luhby, CNN

Annemarie King solo está comiendo una vez al día, y su esposo, Randall, está tomando turnos extra en la fábrica de paneles de yeso donde trabaja. Ellos están entre los casi 42 millones de estadounidenses que se preparan para que sus beneficios de cupones de alimentos se agoten en noviembre debido al cierre del Gobierno.

Los King, que viven en Cincinnati y tienen ocho hijos pequeños, dependen de los aproximadamente US$ 1.000 en cupones de alimentos que reciben al inicio de cada mes para abastecer su refrigerador con frutas, verduras y carne frescas.

Pero desde que el Departamento de Agricultura de EE.UU. anunció a mediados de octubre que no tiene fondos para proporcionar los beneficios del próximo mes durante el cierre del Gobierno, Annemarie, ama de casa, ha estado comprando más productos enlatados y empaquetados y preparando menos para la cena.

Ella también está dejando de comer. Su hijo de 11 años lo ha notado, dijo, pero le dice que no se preocupe y que comió mientras él estaba en la escuela.

“Me siento culpable al comer”, dijo Annemarie. “No quiero quitarles la comida”.

A medida que el cierre se acerca al mes de duración, no solo los empleados federales suspendidos sin goce de sueldo sienten la presión financiera. Los hogares de bajos ingresos en todo el país perderán acceso a programas clave de la red de seguridad social en los próximos días, ya que miles de millones de dólares en fondos federales se agotan.

A partir del 1 de noviembre, más de 65.000 niños y familias podrían perder acceso a los programas Head Start, que brindan educación temprana y recursos de desarrollo infantil, según la Asociación Nacional de Head Start. Para algunos padres, eso significa que podrían tener que renunciar sus trabajos porque ya no tendrán cuidado infantil.

Otros temen no recibir subsidios de calefacción del Programa de Asistencia de Energía para Hogares de Bajos Ingresos antes de los meses de invierno. Además, aproximadamente 24 millones de estadounidenses que reciben seguro de salud a través de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Affordable Care Act) se preparan para lo que probablemente será un aumento significativo en las primas el próximo año.

En entrevistas con personas en ciudades de todo el país, las primeras implicaciones de la suspensión de fondos federales para familias de bajos ingresos comienzan a hacerse evidentes. Los bancos de alimentos y otras organizaciones benéficas esperan una mayor demanda, ya que millones enfrentan situaciones cada vez más desesperadas sin los programas de los que dependen.

En la casa de los King, la pérdida del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) significa que, en lugar de servir pollo, un vegetal fresco y puré de papas o macarrones con queso, Annemarie ha estado cocinando pollo con ejotes enlatados. Los chiles, pastas y asados están en el menú con mayor frecuencia ya que se conservan durante varios días.

“Nuestra familia está sufriendo porque ninguna de las partes quiere ceder”, dijo Annemarie sobre el estancamiento en el Capitolio. “Ya no es cosa de demócratas, ya no es cosa de republicanos. Son nuestras vidas”.

Actualmente, la situación de los fondos del SNAP para noviembre es incierta. Dos jueces federales dijeron este viernes que el Gobierno de Donald Trump debe recurrir a miles de millones de dólares en fondos de emergencia para cubrir al menos parcialmente los beneficios de cupones de alimentos para decenas de millones de estadounidenses en noviembre.

Sin embargo, las órdenes no cubrirán todos los pagos necesarios, además de que millones de beneficiarios enfrentarán demoras en la obtención de sus beneficios, que estaban programados para comenzar a distribuirse el 1 de noviembre. Se estima que 3 millones de personas se verán afectadas solo el primer día noviembre, según estimaciones de Code for America, una organización que colabora con todos los niveles de gobierno para mejorar el acceso a la asistencia alimentaria y otros programas de protección social.

Los bancos de alimentos en todo el país se están preparando para un aumento en la demanda la próxima semana si las personas no reciben sus subsidios de SNAP. Pero los directores de bancos de alimentos han advertido que solo pueden proporcionar una fracción de las comidas que son cubiertas por la asistencia federal.

Para algunos hogares, la pérdida de más de uno de estos programas tiene un efecto acumulativo.

En Hillsboro, Ohio, a una hora de Cincinnati, el cierre del programa Head Start local significa que Lauren Lowe, de 42 años, probablemente tendrá que dejar su trabajo como camarera. Ella y su esposo podían trabajar a tiempo completo mientras su hijo de 4 años, Carter, asistía a Head Start entre semana.

Él y otros 176 niños recibían comidas y atención médica allí. Y adoraba a sus amigos y maestros, dijo Lowe. Desde que tuvo que decirle que esta será su última semana en el programa, Carter está “desconsolado”. “Llora todas las mañanas porque quiere estar en la escuela con sus amigos”, dijo Lowe.

Lowe también se siente intranquila. Renunciar a su trabajo significa menos ingresos para el hogar, además de perder sus beneficios de cupones de alimentos.

“Da mucho miedo porque, ¿cómo vamos a llegar a fin de mes?” dijo Lowe. “O me quedo en casa y educo a mi hijo o busco cómo pagar las cuentas para mantener un techo sobre nuestras cabezas y comida en la mesa”.

Lowe también tendrá que reemplazar las dos comidas que Carter recibía todos los días en Head Start.

“Los lunes por la mañana, los niños llegan con más hambre de lo normal, así que sabemos que dependen mucho del desayuno, el almuerzo y la merienda que les damos”, dijo Julia Wise, directora ejecutiva de la Organización de Acción Comunitaria del Condado de Highland, que administra el programa Head Start de Hillsboro.

Wise dijo que 45 empleados de Head Start serán suspendidos sin goce de sueldo el lunes.
Otros programas Head Start —en particular aquellos administrados por entidades más grandes, como organizaciones sin fines de lucro, distritos escolares y gobiernos locales— pueden sobrevivir gracias al apoyo de la comunidad o solicitando líneas de crédito.

En el área de Kansas City, 17 programas con subvenciones que vencen el 1 de noviembre decidieron correr un “riesgo financiero” al permanecer abiertos, dijo Kasey Lawson, directora de Head Start del Consejo Regional de Mid-America. Los proveedores desconocen si recibirán un reembolso cuando se financie el nuevo año de subvenciones.

En Hillsboro, los maestros prepararon paquetes de tareas que mantendrán a los niños estudiando hasta finales de noviembre, para que puedan seguir aprendiendo incluso durante el cierre del programa. Es probable que parte de ese personal consiga otros trabajos antes de que termine el cierre del Gobierno, lo que significa que cuando Head Start vuelva a recibir fondos, es posible que no tenga suficientes educadores para reabrir todas sus aulas, dijo Wise.

Para quienes no puedan encontrar otro trabajo, “se quedarán sin empleo, no tendrán ingresos, así que podrían solicitar los beneficios de SNAP, pero ahora este programa tampoco estará disponible”, dijo Wise.

“Esto nos afecta en todos los aspectos”, añadió.

En las zonas rurales de Oregon, donde las temperaturas ya están bajando del punto de congelación, la suspensión de la financiación del Programa de Asistencia Energética para Hogares de Bajos Ingresos (LIHEAP, por sus siglas en inglés) pone vidas en riesgo, afirmó Sheri Gutiérrez, gerente del programa de energía del Programa de Acción Comunitaria del Centro-Este de Oregón, una organización sin fines de lucro que ofrece diversos servicios a residentes necesitados.

El programa de US$ 4.000 millones, que ayuda a casi 6 millones de personas a pagar sus facturas de servicios públicos, no corre peligro inmediato como SNAP y Head Start; la ayuda normalmente se distribuye a las compañías de servicios públicos entre mediados de noviembre y principios de diciembre.

Pero apenas ha pasado un mes de la temporada y Community Action en Oregon ya tiene más de US$ 200.000 en pagos de subvenciones retenidos hasta que el Gobierno reabra. Muchos de sus beneficiarios calientan sus hogares con propano, leña y gasóleo para calefacción, y no cuentan con el mismo servicio continuo ni protecciones contra cortes que tienen quienes usan electricidad y gas natural para calentarse.

La demora ha preocupado a los residentes locales, algunos de los cuales están usando calefactores viejos o sus hornos, lo que, según Gutierrez, no es seguro.

“Escuchamos la desesperación de estos beneficiarios a diario. La gente quiere tener la seguridad de que recibirá ayuda”, dijo. “LIHEAP es vital. Sin calefacción, no sobrevivirán”.

En Lakeville, Minnesota, Ronda Beck también está esperando ayuda del LIHEAP para cubrir la factura de electricidad. Después de hablar con su compañía eléctrica, le dijeron que podía pagar lo que pudiera hasta que se financie su subsidio y que no le cortarían el servicio. Pero no está segura de cómo conseguirá juntar un par de dólares ya que no está trabajando.

“¿De dónde saco US$ 5?” dijo. “Es una situación difícil.”

Beck pensó que podría sobrevivir con los víveres que recoge en los bancos de alimentos locales si ella y su hijo adulto dejaban de recibir cupones de alimentos el próximo mes, hasta que el martes se enteró de que uno de los grupos solo proporcionara comida para dos o tres días, en lugar de dos semanas. Ahora, está aterrada.

“No quiero pasar hambre”, dijo Beck, quien junto a su hijo está buscando trabajo en Lakeville, Minnesota, donde viven. “No quiero entrar a [un banco de alimentos] y que me digan: ‘Estamos al límite’”.

En las afueras de Washington, Willissa Bullock teme que su banco de alimentos se quede sin provisiones, ya que enfrenta un aumento en la demanda por parte de empleados federales suspendidos sin goce de sueldo en la zona. Cuando la residente de Landover, Maryland, escuchó que el USDA no entregaría beneficios el próximo mes, Bullock dice que lloró, nerviosa por cómo iba a alimentar a sus hijos, que están en la universidad.

A principios de esta semana, Bullock salió de un banco de alimentos local administrado por No Limits Outreach Ministries con solo suficientes productos –incluyendo lechuga, jugo de manzana y alimentos enlatados– para dos o tres días. Hasta hace poco, su carrito de compras estaba repleto.

“Les estoy diciendo a los chicos que busquen trabajo”, dijo Bullock, quien está desempleada y solicitando una pensión por discapacidad tras una cirugía de espalda. “Es la única manera en que podremos comer”.

El banco de alimentos ha estado recibiendo menos envíos del Banco de Alimentos del Área Capital después de que se cancelaran dos programas de ayuda implementados durante la pandemia de covid-19 a principios de este año. El banco de alimentos solía ofrecer carne, pescado, huevos y leche a sus usuarios, pero ahora cuenta principalmente con frijoles, arroz y alimentos enlatados, dijo Oliver Carter, pastor de No Limits Outreach Ministries.

“Nuestro almacén solía estar lleno y ahora está casi vacío”, dijo Carter.

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