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“No es barato mudarse”: esta pareja de EE.UU. se mudó dos veces a Latinoamérica antes de establecerse en Bulgaria

Por Tamara Hardingham-Gill, CNN

Mientras caminan hacia el grupo de los siete lagos glaciares de Rila, en la montaña del mismo nombre en Bulgaria, Maureen Thomson y Jeremy Myers inhalan el aire fresco de la montaña y exhalan lentamente.

La pareja estadounidense, que se mudó el año pasado a Bulgaria, en los Balcanes orientales, dice que el paisaje del país —de montañas, bosques, manantiales minerales, lagos y ríos— les quita el aliento y con frecuencia los deja maravillados.

Cuando Thomson y Myers no están explorando los lagos, suelen visitar “alguno de los antiguos monasterios escondidos entre las colinas”, una cascada o tomar “un paseo espontáneo que termina convirtiéndose en una excursión de un día”.

“Hay algo profundamente reconfortante en vivir en un lugar donde la naturaleza no es solo un destino”, dice Thomson. “Es parte de tu vida cotidiana”.

Entonces, ¿por qué esta pareja, antes radicada en Denver (Colorado), decidió mudarse al sureste de Europa? Thomson y Myers explican que no era la primera vez que dejaban Estados Unidos para empezar una nueva vida en otro país: ya lo habían hecho dos veces.

“No sé si quiero vivir y morir en el país donde nací”, dice Thomson, antes de aclarar que no son “antiamericanos”, pero que querían evitar una “vida sin sabor”.

La pareja —casada desde 2007 y cofundadora del negocio estadounidense de bodas Blue Sky Elopements— se dio cuenta hace años de que podía trabajar desde casi cualquier lugar y decidió aprovechar esa libertad.

Su primer intento de mudarse al extranjero fue en 2012, cuando se trasladaron a México.

Sin embargo, Thomson y Myers regresaron a Estados Unidos dos años después debido a problemas de “seguridad” e “infraestructura”.

Según cuentan, les resultó difícil dirigir su negocio desde México por los constantes problemas con la conexión a internet.

“Además, creo que no estábamos listos”, admite Thomson. “Así que volvimos a Estados Unidos”.

Aunque les decepcionó que su vida en México no funcionara, no abandonaron la idea de establecerse en otro país. Y casi una década después, volvió el deseo de moverse.

Thomson y Myers decidieron probar suerte en Ecuador, un destino que habían visitado en 2008 y que “les encantó”.

Tras realizar un viaje “exploratorio” de seis semanas a finales de 2022 para determinar si era el lugar adecuado para ellos, Thomson y Myers estaban listos para dar el paso.

Sin embargo, de vuelta en EE.UU., Thomson dudó en dejar de nuevo a su familia —ambos tienen hijos de matrimonios anteriores—, así que no se mudaron hasta años más tarde.

“Fue en 2022 cuando, entre la polarización política del país y las ganas de aventura, pensé: ‘Vámonos a otro lado’”, recuerda Thomson.

Se trasladaron a Ecuador en 2023, junto con sus dos gatos, Damon y Pythias, y rápidamente se adaptaron a la vida en ese país sudamericano, conocido por su diversidad de paisajes y vida silvestre.

Decididos a que esta mudanza fuera un éxito, alquilaron un apartamento en Quito e invirtieron tiempo y dinero en hacerlo confortable.

Pero, tras 18 meses de intentos, tuvieron que aceptar que Ecuador no era “el lugar adecuado” para ellos.

“Somos introvertidos”, explica Thomson. “No somos tímidos, pero nos gusta la tranquilidad. Y las culturas latinoamericanas son ruidosas”.

“El ritmo de vida es muy distinto al nuestro. Simplemente no encajaba con nuestros valores.”

Thomson señala que durante su estancia también sufrieron “frecuentes cortes de energía” y que, al final, el país era un “lugar completamente distinto” del que los había enamorado en 2008.

Después de que el año pasado se declarara un estado de emergencia nacional en Ecuador debido a un “conflicto armado interno”, Thomson decidió que ya era suficiente.

“Un día miré a Jeremy y le dije: ‘Esto nunca va a terminar. Siempre va a haber una huelga, siempre va a haber un corte de energía…

Necesitamos ir a un lugar que no esté en crisis constante’”, recuerda Thomson, admitiendo que no se sentía segura allí. El Departamento de Estado de EE.UU. actualmente recomienda a los ciudadanos estadounidenses “extremar las precauciones en Ecuador debido al riesgo de delincuencia, terrorismo, disturbios y secuestros”.

Thomson reconoce que le tomó un tiempo convencer a Myers de que debían empacar y dejar atrás otro país.

“El costo de vida en Ecuador era bastante asequible, pero llegar allí no fue barato”, explica Thomson, y agrega que terminaron donando la mayor parte de sus pertenencias a organizaciones benéficas antes de irse.

“Tienes que quedarte en un lugar varios años para recuperar el gasto del viaje exploratorio.”

Una vez que ambos estuvieron de acuerdo, Thomson y Myers permanecieron en Ecuador mientras intentaban decidir cuál sería su próximo destino.

Decididos a encontrar el lugar adecuado para ellos, la pareja creó una hoja de cálculo “sumamente detallada” con todos los países a los que podrían mudarse. Francia y Eslovenia ocupaban los primeros lugares de la lista.

Thomson y Myers explican que querían vivir en un sitio con buenas oportunidades para hacer senderismo, porque “nos gusta estar al aire libre”, además de una sólida comunidad internacional y un clima manejable.

“No nos gusta que haga ni demasiado calor ni demasiado frío, tengo un margen muy reducido”, dice Thomson, y agrega que la hoja de cálculo fue útil porque “puso todo en cifras” y “quitó mucha carga emocional” a la decisión.

Después de reducir la lista a unos pocos finalistas, finalmente se decidieron por Bulgaria, principalmente porque cumplía con sus requisitos y las normas les permitirían seguir manejando su negocio con una visa de jubilación.

“Estuvimos entre Bulgaria, Montenegro y Albania…”, cuenta Thomson, y agrega que los tres países ofrecían “hermosas rutas para hacer senderismo”, paisajes naturales, un costo de vida asequible y un clima similar.

“Tendemos a inclinarnos por los pueblos de montaña porque nos gusta que el clima sea un poco más fresco.”

Una vez tomada la decisión, la pareja regresó a Estados Unidos para solicitar una visa tipo D de Bulgaria, una visa de larga estancia para ciudadanos que no pertenecen a la Unión Europea, necesaria para tramitar un permiso de residencia en ese país. Optaron por no hacer un viaje exploratorio previo.

En diciembre de 2024, la pareja llegó a Bulgaria para comenzar su nueva vida, con la esperanza de que esta vez todo saliera bien.

Inicialmente se quedaron en Sofía, antes de mudarse cuatro semanas después a la antigua ciudad de Plovdiv, conocida como la “Ciudad de las Siete Colinas”, en el sur del país.

“No elegimos Sofía como residencia permanente porque es una ciudad y (Jeremy) anda en bicicleta”, explica Maureen, y añade que quizá era “una ciudad demasiado grande” para ellos.

Aunque todavía se están adaptando, Thomson y Myers sienten que Bulgaria les sienta de maravilla y que aman el estilo de vida “relajado” del país.

Myers dice que ha notado que los búlgaros tienen un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal y que están más enfocados en la familia.

“Aquí trabajan, y luego se detienen”, dice. “En Estados Unidos, nunca se detienen”.

En cuanto a las diferencias culturales, la pareja explica que, aunque los búlgaros pueden parecer “bruscos”, la gente local ha sido sumamente acogedora.

A Myers también le gusta la comida búlgara, así como de su “ritmo más lento” y su “historia increíble”.

“Por supuesto, tienen sus propios problemas políticos”, dice Myers. “Pero no tenemos idea de qué se tratan. Así que estamos un poco desconectados de eso”.

Aunque admiten que aprender el idioma ha sido un desafío, la pareja está decidida a dominarlo y ha descubierto que los locales son “muy agradecidos” cuando intentan hablar búlgaro, ya que “saben lo difícil que es aprenderlo”.

La seguridad ha sido un factor importante para Thomson, quien asegura que puede caminar sola de noche en Bulgaria sin preocuparse, algo que no se sentía cómoda haciendo en Ecuador.

“No me preocupo por tiroteos masivos”, dice, y reconoce que solía “ubicar las salidas” cada vez que entraba a un lugar nuevo en Estados Unidos.

“Si escucho un ruido fuerte, asumo que es el escape de un carro, en lugar de tirarme al suelo como lo haría en Estados Unidos… Eso es lo más importante para mí, simplemente siento que puedo respirar”.

Aunque la pareja admite que extraña la “eficiencia” de Estados Unidos, donde las cosas suelen hacerse “cuando uno las quiere”, este es un sacrificio que están dispuestos a asumir.

“Me adaptaré antes de esperar que Bulgaria se adapte”, dice Thomson.

Han hecho amigos en Plovdiv, aunque la comunidad internacional es menos activa de lo que imaginaban.

Aman su apartamento y la vida allí, aunque el verano es “sofocante”, dice Thomson.

Por eso, tras unos 10 meses, decidieron mudarse de nuevo: ahora a Bansko, un pueblo de montaña y estación de esquí que visitaron en verano y del que se enamoraron.

Thomson dice que se parece a Breckenridge, en Colorado, pero conserva “el encanto de un pueblo búlgaro”.

La pareja firmó recientemente un contrato de arrendamiento por 18 meses para un apartamento de tres habitaciones y tres baños ubicado a pocos pasos de la plaza principal.

“Estamos muy emocionados”, añade Thomson, y explica que hay “senderismo por todas partes” y que la ciudad se está convirtiendo en un pequeño centro para nómadas digitales.

“Encajo bien con los nómadas digitales, porque sigo trabajando, y supongo que técnicamente soy una”, dice Thomson.

Quizá lo más importante, Bansko “no es caluroso en verano”, dice Thomson.

Aunque encontrar el lugar perfecto no ha sido nada sencillo, Thomson siente que Bulgaria es el sitio adecuado para ellos y recalca que no tienen “ningún deseo de volver a mudarse”.

“No es barato mudarse de un país a otro”, añade.

Thomson y Myers lanzaron recientemente un canal de YouTube llamado Expat Journey, en el que relatan sus experiencias mudándose de un país a otro.

Planean regresar a Estados Unidos de vez en cuando para visitar a familiares y amigos, pero recalcan que esas visitas serán poco frecuentes, ya que consideran que el viaje —que implica volar a Estambul y luego tomar un vuelo de 13 horas hasta Denver— es “agotador” y “arduo”.

¿Volverían alguna vez a vivir de forma permanente en Estados Unidos? Nunca digas nunca.

“Tenemos la suerte de gozar de buena salud”, dice Thomson. “Pero tendría que ser una circunstancia extraordinaria: una crisis de salud o una crisis política”.

Al reflexionar sobre sus intentos anteriores de mudarse, Thomson bromea diciendo que “a veces la segunda o la tercera es la vencida”.

“Nos preguntábamos: ‘¿Cuándo vamos a lograr hacerlo bien?’”, recuerda. “Pero ahora que estamos en Bulgaria, sentimos que estamos a punto de lograrlo”.

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