Trump y Xi logran avances clave en la paralizante disputa comercial tras intensas conversaciones
Por Betsy Klein y Simone McCarthy, CNN
Una reunión histórica entre el líder chino Xi Jinping y el presidente estadounidense Donald Trump, celebrada este jueves al margen de una cumbre internacional en Corea del Sur, parece haber logrado avances importantes para resolver las fricciones en la volátil relación entre las dos economías más grandes del mundo y superpotencias rivales.
Los dos líderes habían acordado “prácticamente todo” y habían alcanzado un acuerdo comercial que podría firmarse “muy pronto”, dijo Trump a los periodistas a bordo del Air Force One tras concluir la esperada reunión con Xi, que puso fin a su gira de cinco días por Asia.
Xi también señaló el “consenso” alcanzado para resolver “importantes cuestiones económicas y comerciales” e instó a ambas partes a “perfeccionar y finalizar el trabajo de seguimiento lo antes posible, mantener e implementar el consenso y ofrecer resultados tangibles”, según un comunicado chino.
“Las relaciones económicas y comerciales deben seguir siendo el lastre y el motor de las relaciones sino-estadounidenses, no un obstáculo o un punto de conflicto”, dijo el líder chino.
Ambos países parecieron encontrar puntos en común en sus respectivos controles de exportación, según un comunicado de Beijing que indicaba que las partes chinas suspenderían durante un año la aplicación de amplios controles a la exportación de minerales de tierras raras, a cambio de que Estados Unidos pusiera fin durante un año a una norma anunciada en septiembre que ampliaría enormemente el número de empresas chinas a las que se les restringe la compra de ciertas tecnologías estadounidenses.
En declaraciones a la prensa, Trump dijo que el acuerdo eliminaría los obstáculos a la exportación de materiales estratégicos y críticos, y que podría renovarse anualmente. No mencionó explícitamente la suspensión de las normas estadounidenses.
Según el consenso alcanzado, Estados Unidos reduciría en un 10 % los aranceles vigentes sobre las importaciones chinas, a cambio de que, según Trump, Xi Jinping se comprometiera a intensificar las medidas contra el papel de China en el flujo del letal fentanilo hacia Estados Unidos. Una tregua que, a principios de año, frenó la escalada arancelaria de ambas partes hasta alcanzar cifras de tres dígitos, se mantendría en vigor, según un comunicado conjunto.
Trump dijo que eso elevaría el arancel general sobre los productos chinos al 47 %. China respondió que realizaría los ajustes correspondientes a sus aranceles estadounidenses.
China también incrementaría las compras de cantidades ingentes de soja estadounidense, según declaró Trump, mientras que Beijing señaló que ambas partes habían llegado a un consenso para ampliar el comercio agrícola. Beijing también anunció la suspensión de las tasas portuarias recíprocas aplicadas a los sectores navieros del otro.
Según Trump, una de las principales preocupaciones de China —los controles a las exportaciones estadounidenses que bloquean su acceso a tecnología de punta, incluidos los semiconductores— fue objeto de debate, pero no pareció haber dado lugar a ningún avance significativo.
La reunión de 1 hora y 40 minutos —la primera de los líderes en seis años— también pareció brindar un espacio clave para que ambos hombres destacaran su interés en estabilizar la tensa relación entre sus países.
En declaraciones previas a las conversaciones, Trump elogió a Xi como el “gran líder de un gran país” y dijo que creía que ambos “iban a tener una relación fantástica durante mucho tiempo”, mientras que el líder chino dijo que era un “gran placer” ver a Trump después de tantos años.
“No siempre estamos de acuerdo, y es normal que las dos principales economías del mundo tengan fricciones de vez en cuando… usted y yo, al frente de las relaciones entre China y Estados Unidos, debemos mantener el rumbo correcto”, dijo Xi, añadiendo que las dos naciones podrían “prosperar juntas”.
Durante meses, la economía mundial se ha visto sacudida por una escalada de aranceles, controles a las exportaciones y otras sanciones que afectan a sectores que van desde los productos de alta tecnología hasta el transporte marítimo, mientras Estados Unidos y China han oscilado entre la escalada y la negociación.
En el meollo de esas tensiones se encuentran un enorme desequilibrio comercial y los esfuerzos de Estados Unidos por garantizar su seguridad nacional frente a una China cada vez más asertiva, incluso mediante la ampliación de las restricciones al acceso de China a la alta tecnología estadounidense, como los semiconductores avanzados necesarios para impulsar la IA.
Trump también pareció elevar la importancia de la reunión momentos antes de aterrizar en Busan, al anunciar el fin de una moratoria de más de tres décadas sobre las pruebas nucleares estadounidenses.
Trump dijo que Estados Unidos “tiene más armas nucleares que cualquier otro país”, nombrando a Rusia en segundo lugar y a China “en un distante tercer puesto”, pero que se está acercando.
“Debido a los programas de pruebas de otros países, he ordenado al Departamento de Guerra que inicie las pruebas de nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones. Este proceso comenzará de inmediato”, escribió. No quedó claro de inmediato a qué se refería, ya que ninguno de los tres países ha realizado pruebas de armas nucleares desde la década de 1990.
La declaración se sumó a otros giros inesperados previos a la reunión, incluyendo las dudas abiertas de Trump sobre si esta se llevaría a cabo y las amenazas de aranceles adicionales y controles a la exportación de software crítico en las últimas semanas.
Las negociaciones comerciales de última hora llevadas a cabo por altos funcionarios en Kuala Lumpur, Malasia, encaminaron la reunión. Según fuentes cercanas al asunto consultadas por CNN, las expectativas crecieron en ambas partes, con la esperanza de que el acuerdo generara algo más que un simple encuentro discreto entre los dos líderes mundiales.
Pero el consenso alcanzado será solo una piedra angular en una espinosa y volátil rivalidad entre grandes potencias: la superpotencia democrática mundial y una China autoritaria, cuya creciente asertividad militar bajo el mandato de Xi en los mares de China Oriental y Meridional está inquietando a los aliados de Estados Unidos en la región.
Ambas partes han considerado una reunión a nivel de líderes como clave para estabilizar la relación, mientras continúan lidiando con la forma de estructurar sus vínculos económicos.
La reunión supuso una victoria para China, que busca previsibilidad en sus relaciones con Estados Unidos mientras avanza a toda velocidad hacia la autosuficiencia en tecnología estadounidense, y también para Trump, cuya reunión con Xi representa un gran broche final para lo que ya ha sido una intensa actividad de acuerdos en toda Asia.
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Con información de John Liu, de CNN.