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El líder de Hungría sufre una mala semana tras la cancelación de la cumbre Trump-Putin y las sanciones de EE.UU. a Rusia

Por Christian Edwards, CNN

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, se mostró encantado al saber la semana pasada que Rusia y Estados Unidos habían elegido su país como sede de otra cumbre para poner fin a la guerra en Ucrania.

Tras posicionar a Hungría –miembro de la Unión Europea y de la OTAN– como aliado tanto de Vladimir Putin como de Donald Trump, Orbán esperaba mostrar al mundo que “el camino hacia la paz pasa por Budapest”.

Pero sus esperanzas se vieron frustradas después de que la administración Trump cancelara abruptamente los planes para la cumbre de Budapest y el miércoles impusiera sanciones a los dos mayores productores de petróleo de Rusia, las primeras desde que Trump regresó a la Casa Blanca.

Aunque las sanciones buscan mermar los recursos de Rusia, también podrían causar estragos en la economía húngara.

Si bien casi todos los países de la UE han diversificado su matriz energética desde que Moscú lanzó su invasión a gran escala de Ucrania en 2022, la dependencia de Hungría se ha profundizado.

Al igual que Eslovaquia, su vecino centroeuropeo antiliberal, Hungría depende casi por completo de Rusia para sus importaciones de petróleo.

Orbán ahora enfrenta las graves consecuencias de su propia política energética.

Además de las sanciones petroleras de Washington, la UE confirmó el jueves que prohibiría las importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso a partir de 2027.

El mes pasado, Orbán le dijo a Trump que, sin las importaciones energéticas rusas, la economía húngara estaría “de rodillas”.

Frente a lo que denuncia como la insulsa uniformidad de Bruselas, Orbán afirma defender la “soberanía”: el derecho de Hungría a trazar su propio rumbo dentro de la UE y a forjar vínculos con líderes de línea dura en el extranjero.

Sin embargo, su afán de soberanía, desdeñando los esfuerzos de la UE por diversificar su suministro energético, ha dejado a su país en una peligrosa dependencia de un solo país para los combustibles fósiles.

El doble golpe de las sanciones petroleras estadounidenses y la prohibición del GNL llega en un momento en que Orbán, el primer ministro con más años en el cargo en Europa, lucha por contener el creciente movimiento opositor en Hungría, liderado por Peter Magyar, un antiguo partidario de Orbán convertido en su archirrival.

Si bien Orbán esperaba que una cumbre entre Trump y Putin reforzara su apoyo en su país, ahora se enfrenta a una crisis económica cada vez más profunda que podría debilitarlo antes de unas elecciones cruciales en primavera.

Tras la invasión total de Ucrania por parte de Moscú en febrero de 2022, los países de la UE decidieron recortar drásticamente las importaciones de energía rusa para cortar una importante fuente de ingresos del Kremlin.

No obstante, Bruselas eximió a Hungría, Eslovaquia y la República Checa de la prohibición del petróleo crudo ruso, dándoles tiempo para reducir su dependencia de Rusia.

En cambio, Hungría y Eslovaquia utilizaron la exención para profundizar sus lazos energéticos con Moscú.

Hungría aumentó su dependencia del petróleo crudo ruso del 61 % antes de la invasión al 86 % en 2024. En lo que va de año, el 92 % de las importaciones de petróleo crudo de Hungría han provenido de Rusia. Eslovaquia, por su parte, depende casi al 100 % del suministro de Moscú, según un informe del Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) y el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA).

En mayo, las compras de petróleo crudo de Hungría y Eslovaquia habían enviado al Kremlin US$ 6.300 millones, según el informe, “el equivalente al costo de comprar 1.800 misiles Iskander-M que se han utilizado para destruir infraestructura ucraniana y matar civiles ucranianos”.

Las importaciones de petróleo crudo fluyen a través del oleoducto Druzhba, que ha sido atacado repetidamente este verano por drones ucranianos, en un esfuerzo de Kyiv por castigar a sus vecinos por ayudar a financiar la guerra de Moscú.

El informe de CSD-CREA dijo que Hungría podría diversificar sus suministros energéticos, recibiendo petróleo no ruso a través del oleoducto Adria de Croacia en lugar de Druzhba.

Pero Orbán no ha dado señales de cambiar de rumbo. En una entrevista con la radio estatal húngara el viernes, afirmó que su gobierno estaba “trabajando para eludir” las sanciones estadounidenses, sin proporcionar más detalles.

La intención de Hungría de encontrar soluciones alternativas a las sanciones estadounidenses podría representar la primera prueba importante de la seriedad de la administración Trump a la hora de aplicarlas, dijo Elina Ribakova, investigadora principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo de expertos con sede en Washington.

A pesar de la dura retórica hacia Rusia del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien afirmó que la decisión se debía a la negativa de Putin a poner fin a esta guerra sin sentido en Ucrania, Trump ha sido menos agresivo y ha expresado su esperanza de que las sanciones no duren mucho.

Trump también dejó abierta la posibilidad de la cumbre de Budapest, afirmando que lo haremos en el futuro.

El éxito de las sanciones a las principales petroleras rusas dependerá de cómo se apliquen, incluso contra un aliado de Trump como Orbán, comentó Ribakova a CNN.

“¿Qué será? ¿Una reunión amistosa entre Putin y Trump en Hungría, o echar por la borda a la administración húngara si intenta evadir las sanciones?”, sostuvo.
“No tengo ni idea de cómo caerán las cartas aquí”.

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