¿A qué juega Petro? El ping-pong de insultos con Trump puede salirle caro
Análisis por Sebastián Jiménez Valencia, CNN en Español
Gustavo Petro, que se enfrenta a Donald Trump por las acciones militares contra el narcotráfico en el Caribe y el Pacífico, quiso en algún momento de esta semana hacer control de daños diplomáticos, pero después dobló la apuesta y lo llamó “monstruo”. El presidente de Estados Unidos, en respuesta, lo tildó de “hampón” y cortó una importante ayuda financiera. El presidente de Colombia quiere mantener su retórica a pesar de las consecuencias en el mundo real. ¿Son las reivindicaciones políticas una prioridad por encima de la diplomacia, la cooperación y el comercio?
Un repaso de los hechos da cuenta de las consecuencias de la “diplomacia” (o falta de ella) por trinos y declaraciones.
Después de criticar la semana pasada las “acciones violentas” y lo que sería una posible intervención militar estadounidense en Venezuela, Petro tuvo que enfrentar el anuncio de Donald Trump del fin de la ayuda financiera a Colombia ya cumplida y una amenaza de aranceles, que hasta el momento no se ha ejecutado. El Gobierno hizo una reunión con el encargado de negocios de EE.UU. John McNamara, para intentar bajar la tensión tras la amenaza de aranceles. Pero poco después retomó su discurso contra Trump con epítetos y acusaciones.
En el transcurso de la semana Petro dijo que el “primer responsable” de la crisis en Venezuela es Trump, que el presidente de EE.UU. ha sido “malinformado” sobre el supuesto tráfico de cocaína desde Colombia hacia EE.UU. vía Venezuela y señaló que cualquier eventual acción terrestre de Estados Unidos en territorio de Colombia con el argumento de combatir al narcotráfico “es invasión y es ruptura de soberanía nacional”.
Además, llamó a la ciudadanía a concentrarse este viernes en la Plaza de Bolívar de Bogotá, en lo que calificó como un acto de defensa frente a “un monstruo como Trump”.
¿El resultado de las nuevas declaraciones? El miércoles Trump confirmó que EE.UU. suspendió todos los pagos y subsidios a Colombia, cumpliendo así la amenaza del fin de semana. “Él es un hampón, es un tipo muy malo que le ha hecho mucho daño a su país”, dijo Trump.
La suspensión de la asistencia financiera a Colombia es un quiebre de una relación de décadas en materia de seguridad y lucha contra el narcotráfico. En este año fiscal, Washington había desembolsado US$ 230 millones al país (de US$ 413 aprobados), una cifra que ya representaba una fuerte reducción frente a los US$ 720 millones del año anterior.
Petro desestimó el jueves la importancia de la ayuda suspendida, asegurando que afecta solo en “problemas puntuales” con los recursos militares. “¿Qué pasa si nos quitan la ayuda? En mi opinión, nada (…) Nunca he visto en el presupuesto de Colombia un solo dólar de ayuda”, dijo. El mandatario aseguró que ese dinero “no es para el Gobierno” de Colombia, sino para “las ONG que maneja USAID (la ahora clausurada Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) … para ellos mismos”.
Pero el impacto, según analistas, también podría reflejarse en un debilitamiento institucional y en un aumento de los cultivos de hoja de coca en el próximo balance anual. Expertos advierten que el recorte afectará directamente a unidades policiales y militares, así como a la implementación del acuerdo de paz con las FARC, en especial el punto sobre drogas ilícitas.
Lo dijo el expresidente Juan Manuel Santos: “¿Quién gana? ¡El crimen organizado!”, al referirse a la consecuencia natural a la falta de cooperación en la lucha contra el narcotráfico por la ausencia de esa asistencia.
En tanto, Petro sigue hablando. Y, si escalan las repercusiones económicas, el presidente debería tener en cuenta que se trata del principal socio comercial del país. En 2024 las exportaciones hacia EE.UU. fueron de US$ 14.337 millones, que son el 28,9 % de las exportaciones totales del país, según cifras de la Asociación Nacional de Comercio Exterior. Y las importaciones desde EE.UU. fueron de US$ 14.975 millones, las cuales representaron un 25,6 %, de acuerdo a un reporte de la Asociación Nacional de Empresarios.
Nuevos aranceles podrían afectar con severidad sectores clave como el de las flores, que en 2024 registró US$ 1.856 millones para los exportadores colombianos, según Asocolflores; el de las remesas, pues el año pasado se enviaron llegaron US$ 11.848 millones en remesas a Colombia, equivalentes al 2,3% del PIB, de acuerdo con BBVA Research; y el del producto insignia colombiano, el café, que tuvo ingresos por exportación de US$ 3.621 millones en 2024, según la Federación Nacional de Cafeteros.
Vale recordar que Petro y Colombia ya pasaron por esta situación: cuando Petro bloqueó vuelos con deportados en enero, su entonces canciller Laura Sarabia tuvo que actuar rápido para calmar a Trump.
Las declaraciones sin cesar de Petro son su forma de hacer política, que no dista mucho de la de Trump y el mismo Nicolás Maduro: retórica para motivar a sus bases, palabras llamativas que luego en el escenario de la diplomacia alguien debe matizar. Lo mismo tuvo que hacer el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. Mike Johnson, al describir como mera “sátira” el video de IA publicado por Trump en el que lanza excrementos a quienes se manifiestan en su contra.
Pero Trump tiene el sartén por el mango, es decir, la chequera. Y no es la primera vez que critica a un presidente de Colombia, incluso lo hizo en su anterior mandato con el predecesor de Petro, Iván Duque, un gobernante de derecha. En abril de 2019, Trump dijo en tono de regaño: “Es su nuevo presidente, pero desafortunadamente el negocio de las drogas ha aumentado un 50% desde que llegó”.
¿La diferencia? Duque no le respondió directamente a Trump, dijo que buscaba “la solidaridad del mundo para enfrentar el narcotráfico con corresponsabilidad” y dejó la conversación en ese punto.
Pero Petro se enfrasca en su posición y profundiza la disputa. Está informalmente en campaña, mira a las elecciones de 2026, busca hablar en tarima y hace convocatoria a movilizaciones. En medio de este contexto, además, retomó la idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente. En su forma de hacer política, seguramente considera que tener un enemigo externo le ayuda con su electorado, apela al nacionalismo también para que en la agenda pública no esté el desempeño de su administración y puede aspirar a que criticar a Trump le funcione como le sirvió a Carney, en Canadá, o a Lula, en Brasil.
Pero la gente no solo vota por la indignación que pueda o no causar Trump y sus ímpetus de intervención militar en la región: vota también —y sobre todo— con el bolsillo y la percepción hacia el orden público. Por un lado, en el mandato de Petro ha bajado la inflación, pero es un aspecto que los expertos adjudican a la intervención del Banco de la República, con cuya junta el presidente se ha enfrentado. En materia de PIB, Petro brilla, pues ha habido un descenso marcado en el crecimiento tras la recuperación pospandemia justo antes de su llegada al poder. Y en lo que es más criticado el presidente es en el déficit fiscal, que en 2024 llegó al 6,7%. Una encuesta reciente muestra que la situación económica es una de las principales preocupaciones paralos colombianos. En orden público, la política de negociación conocida como “paz total” no ha dado resultados concretos y en cambio sí muchas críticas internas.
Y en un país tan polarizado como Colombia, Petro podría tener en cuenta que no tiene mayorías y que los vientos han favorecido a sus opositores: Álvaro Uribe acaba de ser absuelto en su caso judicial, y eso puede darle un impulso a su orilla política y debilitar al candidato de izquierda, Iván Cepeda, cercano a Petro y quien fue parte del proceso en contra del expresidente.
Y las sanciones de Trump las han querido capitalizar los precandidatos de la derecha para hacerles ver a los votantes que al país no le conviene perder los millones de dólares que provienen de asistencia de Estados Unidos, así como el efecto colateral de un país con menos recursos para la seguridad y el enfrentamiento al crimen organizado.
La movilización convocada para este viernes (otro acto de retórica, de expresión, más que de acción) puede no cambiar el panorama, y no compensaría lo que significa las consecuencias reales del fin de la asistencia financiera o una posible imposición de aranceles.
Pero Petro seguirá pensando en maniobrar la política, en lo que pretende ser hábil, mientras Trump le da un baño de realidad.
En el ping-pong de insultos, Trump tiene una raqueta más grande y sofisticada: la que le da tener los dólares que mueven la defensa y el comercio colombianos. Y en ese juego, Petro y Colombia pueden salir perdiendo.
Con información de Gonzalo Zegarra, Betsy Klein y Mauricio Torres, de CNN.
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