¿Qué ganan Messi, Inter Miami y la MLS con la renovación de la estrella argentina?
Por Federico Leiva, CNN en Español
Lo que era un secreto a voces finalmente se hizo oficial. El astro argentino Lionel Messi seguirá vistiendo de Garza por tres años más, para fortuna de no solo de los seguidores del Inter Miami, sino también de la MLS y el fútbol en general.
Y es que, a más de dos años de aquella sorpresiva decisión que anunció en julio de 2023, la estadía del ‘10’ era el movimiento más lógico para todos los actores en escena, especialmente sabiendo el interés de Messi por seguir gambeteando el retiro y apilar rivales tirados en el césped.
La decisión de extender el vínculo hasta que tenga 41 años puede que no se haya tomado a la ligera, aunque la realidad es que todos los implicados (el Inter Miami, la MLS y el propio Messi) salen ganando.
Dejar la frenética vida como jugador del París Saint-Germain y cambiarla por la de futbolista del Inter Miami fue literalmente como dar vuelta una moneda, olvidando una cara para contemplar la otra.
De un lado, la presión (por momentos casi enfermiza) del club francés por ganar su primera Champions League, donde cada fallo fue castigado con exagerada severidad. No fue suficiente ni ganar la Ligue 1 o la Copa de Francia. Cualquier cosa que no fuera la “Orejona” fue tildado de fracaso.
Y cada fracaso tiene siempre uno (o pocos) culpables principales. Messi fue, injustamente, uno de ellos. El argentino quedó señalado por la afición parisina, especialmente los ultras, que lo chiflaron en varios partidos en el Parque de los Príncipes.
Arribado a Miami, Messi encontró la respuesta exactamente contraria. Una ciudad maravillada por su magia que terminó por encandilarlo tanto a él como a su familia, pilares también de esta decisión, que resultó al mismo tiempo una decisión deportiva de vida.
Atrás quedaron la vida en francés, la presión excesiva y, hay que reconocerlo, un fútbol de más alta competencia. Messi abrió la valija en Miami y empezó a desempacar otros sueños, los de la tranquilidad, el disfrute por el deporte y la tentación de proyectos prácticamente nuevos.
Porque, después de todo, eso fue lo que le ofreció David Beckham, presidente de operaciones deportivas y responsable directo de la llegada de la pulga a Inter Miami: ser la cara de un club que tenía apenas cinco años de vida en la MLS, la piedra fundamental sobre la cual edificar el futuro rosa de la Florida.
La vida de Inter Miami viró exactamente en dirección opuesta a la de Messi. Si para el rosarino la Florida fue un camino hacia la calma y la paz, para las Garzas fue un revulsivo. Después de todo, el club fundado recién en 2018 estaba anunciando la llegada en 2023 del máximo ganador del Balón de Oro, campeón del mundo meses antes en Qatar.
De repente, el Inter Miami entendió que a pesar de su lustro de vida ya debía tener otras aspiraciones. Pasaba a ser candidato, más aún cuando la llegada de Messi atrajo otros peces gordos a la costa este, como Sergio Busquets, Jordi Alba, Luis Suárez y, más recientemente, Rodrigo De Paul.
La llegada de Messi le representó a los de rosa un boom de publicidad y de espectadores. De repente el Chase Stadium quedó pequeño y se debió hacer lo imposible para que el aforo aumente al menos un par de miles, de los 18.000 a 21.000. Más ingresos por boletos y mejores contratos de transmisión resulta igual a éxito financiero.
Y si a eso se lo acompaña con resultados deportivos…
Messi tardó apenas meses en ganar el primer título en la historia del Inter Miami, la Leagues Cup, competencia que solo disputan clubes de Estados Unidos y México. Luego llegó el Supporters’ Shield, siendo el mejor equipo de la fase regular en su segundo año, que le valió la invitación a participar del Mundial de Clubes, otro escenario de primer nivel para explotar la marca del Inter Miami. Sigue pendiente el campeonato de la MLS Cup, donde este año tiene buenas posibilidades de levantar el trofeo.
La llegada de Messi al fútbol estadounidense es la prueba perfecta de que el tren a veces sí pasa dos veces. Casi medio siglo después del revolucionario arribo del brasileño Pelé al Cosmos de Nueva York, Estados Unidos tiene a una de las máximas estrellas del fútbol mundial actual.
En las últimas décadas pasaron otras glorias como Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney, Thierry Henry o el propio David Beckham, solo por citar algunas. Más acá en el tiempo otros como Son Heung Min o el galés Gareth Bale, pero ninguno como Messi.
El argentino tiene flashes propios que le aseguran a la liga un impacto mediático y comercial sin igual. El ‘10’ ayudó a disparar los números de audiencia por televisión, redes y streaming. Los estadios se llenan para verlo jugar y los sillones se quedan sin lugar para verlo por las pantallas en casa. Es justo lo que necesita el fútbol estadounidense de cara a la organización de su segundo Mundial, ahora en compañía de Canadá y México.
Ya sea en el campo de juego, en las tribunas o en las oficinas, la estadía de Messi en el Inter Miami parece un éxito asegurado.
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