Era el peor vuelo de su vida. Y entonces conoció a su futura esposa
Por Francesca Street, CNN
Para Anesu Masube ese vuelo estaba destinado a ser el peor de su vida.
El día anterior, había recibido la dolorosa noticia de que su madre había fallecido. Anesu vivía en Washington. Su familia vivía a más de 11.000 kilómetros de distancia en Zimbabwe. Sumido en el dolor, tuvo que hacer lo posible para tratar de llegar a casa.
Aturdido, Anesu reservó un vuelo. Fue dos días antes del día de Navidad de 2017. Ya casi no había cupo.
“Solo había cupo en Virgin Atlantic, en un vuelo que iba de Washington a Londres, y de Londres a Johannesburgo, luego de Johannesburgo a Harare”, dijo Anesu a CNN Travel hoy.
“Y debido a que fue de último minuto… me tocó un asiento del medio”.
Este no era cualquier asiento del medio.
“Ni siquiera sé cómo explicar cómo eran esos asientos, pero nunca me había sentado en un avión en el que sintiera: ‘Ah, no voy a poder pasar las siete horas sentado aquí’”, recuerda Anesu. “Estaba tan apretado, casi sentado de lado, y simplemente… repito, este es el peor momento de mi vida, estoy de luto por la muerte de mi madre”.
Algunos miembros de la familia de Anesu lo habían alentado a que esperara hasta después de Navidad para viajar. No estaban seguros de que llegaría a tiempo para el funeral.
“Pero, con terquedad, lo reservé, porque no lo estaba haciendo por nadie más que por mí. Quería llorar a mi madre. Y sé que, si mi madre estuviera viva, habría retrasado ese funeral hasta que yo llegara”.
Entonces, Anesu, que mide casi dos metros, se encogió para poder sentarse en el estrecho asiento del medio. Trató de bloquear su entorno poniéndose los auriculares.
Trató de respirar profundamente. Nada de eso lo estaba ayudando.
Mientras trataba de mantener la calma y de pensar de manera lógica, Anesu planificó su próximo paso. Pensó que podría intentar preguntarle a la tripulante de cabina si era posible cambiar de asiento.
“Pero no quería presentar un problema sin una solución”, dice.
Anesu miró a su alrededor en la cabina. El avión estaba bastante lleno. Pero luego se concentró en la fila de la salida de emergencia. Allí estaba sentada una sola pasajera. Parecía tener la fila para ella sola.
“Así que le pregunté a la tripulante de cabina, pero, en primer lugar, le mostré dónde estaba sentado y la situación, y luego le pregunté si podía pasarme a otro lugar, tal vez a ese asiento de la salida de emergencia”.
La tripulante de cabina le dijo a Anesu que esperaría hasta que se completara el embarque y luego vería qué podía hacer.
“Las puertas se cerraron, y luego ella volvió y me dijo: ‘Tienes luz verde, puedes cambiarte de asiento’”.
Anesu agarró su mochila y caminó por el pasillo. Se preparó para disculparse con la pasajera que anteriormente se había ganado la lotería de asientos (una fila completa para ella) que ahora tendría que compartir el espacio con las largas piernas de Anesu. Esperaba que no fuera una situación incómoda. Solo quería desconectarse y concentrarse en llegar a casa.
“Pero en cuanto me senté, ella fue muy amable conmigo. Sonreía abiertamente. Creo que hizo una broma: ‘Bienvenido al paraíso’. Algo así… esa fue casi la reacción opuesta a lo que esperaba o me estaba imaginando, si es que esperaba algo”, recuerda Anesu.
“Solo recuerdo que, desde ese momento en adelante, todo fue una amabilidad inesperada. Estaba con una persona que fue muy amable conmigo en un momento en el que realmente lo necesitaba. Y empezamos a conversar”.
Ese día, Hannah Brown también estaba un poco aprensiva con relación al vuelo.
En la Navidad de 2017 se cumplían dos años desde el fallecimiento inesperado del padre de Hannah. Vivía en Tanzania en ese momento y había tenido que viajar sola por todo el mundo para encarar esa pérdida.
Dos años después, el dolor era menos intenso, pero una parte inamovible de su día a día, y siempre más agudo en torno a los aniversarios.
“Así que había decidido que esa Navidad, realmente no quería estar en casa por Navidad.
Era demasiado difícil estar en casa. Me asaltaban muchos recuerdos”, dice Hannah a CNN Travel hoy.
“Y entonces les dije a mi madre y a mi hermana: ‘Me voy a Francia. Voy a París por Navidad, y pueden venir conmigo, o no’”.
La madre y la hermana de Hannah estuvieron de acuerdo: crear nuevos recuerdos sonaba como una idea positiva. Además, el padre de Hannah siempre había querido ir a Normandía. Antes de morir, había planeado ir con la madre de Hannah.
“Así que decidimos que como parte de ese viaje, también íbamos a ir a Normandía para hacer parte de la visita que él siempre había querido hacer”.
Cuando Hannah abordó el vuelo en su ciudad natal de Washington a Londres ese día, reflexionó sobre las Navidades pasadas con su padre y ansiaba pasar unas vacaciones en Francia. Era una sensación agridulce. Era surrealista pensar que ya habían pasado dos años desde el fallecimiento de su padre. Sabía que él se sentiría orgulloso del viaje a Francia. Sin embargo, Hannah también se sentía triste de que él no estuviera allí. Sabía que siempre se sentiría triste de que él no estuviera con ella.
Cuando le asignaron toda una fila de salida de emergencia para ella sola, Hannah pensó que había tenido suerte. Podía desconectarse y disfrutar de su propio espacio.
“Estaba muy emocionada por eso. Creo que básicamente ya me había recostado y me había puesto cómoda y luego miré hacia arriba y vi a este tipo muy alto en el asiento del medio, en la sección del medio, quejándose con la tripulante de cabina sobre su asiento y señalando hacia mi fila de asientos en la salida de emergencia”.
A Hannah le dio un vuelco el corazón.
“Uf”, pensó. “Van a mover a este tipo a mi lado”.
No obstante, cuando lo escoltaron hasta el asiento, Hannah ya más o menos había aceptado la nueva realidad. Y el tipo alto, por supuesto, era Anesu.
Cuando piensa en el pasado, Hannah está de acuerdo con lo que Anesu recuerda de que “tal vez hizo una pequeña broma” para darle la bienvenida a su nuevo asiento.
“Pero definitivamente ya tenía puestos mis auriculares, y me los quité por un segundo solo para ser educada y decir: ‘Hola. ¿Cómo estás?’ Solo para decir algo breve…”
Hannah es introvertida por naturaleza y la idea de cualquier tipo de conversación en un vuelo, más allá de las bromas básicas, generalmente no le parece divertido.
“Pero juro que mientras me volvía a poner los auriculares, él dijo: ‘Hola, soy Anesu’. Y simplemente comenzó a charlar. Y recuerdo haber pensado: ‘Oh, Dios. Este tipo es un parlanchín’”.
“Todo lo que puedo decir es que yo no habría seguido conversando solo”, añade Anesu hoy, riendo. “Sabes a lo que me refiero… como que alguien estaba respondiendo… Claro, definitivamente soy más conversador que ella. Pero la conversación continuó porque simplemente teníamos mucho en común de inmediato. Tuvimos mucho en común de inmediato, desde el principio”.
Anesu le dijo a Hannah que viajaba a Zimbabwe. Hannah mencionó que había estado allí un par de veces, ya que había estudiado en Botswana. De hecho, ella y su padre se habían encontrado en Zimbabwe. Uno de sus recuerdos favoritos con él fue ir juntos a las cataratas Victoria y contemplar el increíble paisaje. También había estado en ciudades más pequeñas que no estaban en la ruta turística típica. Anesu se sorprendió.
“En Washington es muy raro conocer a un estadounidense que haya estado en Zimbabwe y especialmente en pueblos pequeños”, dice Anesu.
Hannah supuso que Anesu viajaba de regreso para pasar las vacaciones, como la mayoría de las personas que iban en el avión, que estaban cargadas de regalos y vestían suéteres con motivos festivos.
Anesu hizo una pausa, como si dudara en cómo responder. Decidió ser sincero con ella. Le contó a la extraña que estaba sentada en el asiento de al lado sobre la muerte de su madre el día anterior.
“Y recuerdo haber pensado: ‘Este pobre hombre está en un estado mental horrible’”, dice Hannah. “Es un estado que conozco bien por haberlo vivido dos años antes. Ir en un vuelo internacional, sola, y tener que regresar de repente porque ha muerto tu padre. Estás en una situación muy difícil. Así que recuerdo que tuvimos muchas conversaciones profundas sobre el dolor y la pérdida de un padre que está en el extranjero y lo difícil que es eso, y lo solo que te sientes”.
“Ella podía entender por lo que yo estaba pasando”, dice Anesu. “Sentí que nos conocíamos de antes, y para ser sincero, todo el vuelo fue una experiencia que realmente necesitaba, y ni siquiera me di cuenta de que la necesitaba en ese momento”.
Hannah también se aseguró de preguntarle a Anesu cómo era su madre. Ella lo animó a compartir algunas historias. Pronto se estaban riendo y secándose las lágrimas juntos.
“Después de la muerte de mi padre, lo que recuerdo que realmente me ayudó a sentir que estaba superándolo fue recordar historias y poder compartir historias sobre él”, dice Hannah.
“A veces, en el duelo, la gente no sabe qué decir o qué preguntar. Lo cual es lógico, y la gente casi no quiere preguntar sobre eso, porque no quieren mencionar cosas de las que es difícil hablar. Pero, de nuevo, creo que, para mí, en mi experiencia, lo que realmente me ayudó fue que la gente me preguntara por él y por las historias. Y entonces mi reacción fue: ‘Celebremos la vida de tu madre. Háblame de ella. Comparte eso’”.
“Recuerdo que, al final, estábamos sentados allí, bebiendo pequeñas botellas de vino, atesorando la vida de la madre de Anesu y probablemente también bebiendo demasiado en el avión”.
Mientras chocaban las copas, Hannah estudió el rostro de Anesu.
“Es lindo”, pensó. “No solo lindo. Es llamativo, atractivo…”
Eso había pensado desde que Anesu se había sentado a su lado, entremezclado con la molestia de que la fila de asientos ya no fuera solo suya, con la empatía que sintió cuando se enteró de su madre, con la sorpresa por lo fácil que fue hacer esa conexión. Sin embargo, no le pasó por la cabeza considerar la posible atracción.
“Fue más como: ‘Guau. Teníamos mucho en común. Nunca he podido conectar con alguien de esa manera en un avión’”.
Además, la conversación sobre el dolor y la pérdida, Hannah podía ver que estaba ayudando de alguna manera a Anesu. Y también la consolaba a ella.
“Me ayudó a mí y a mi proceso con el dolor, para así poder tener esas conversaciones”, reflexiona hoy.
En cuanto a Anesu, también le llamó la atención la conexión con Hannah. Pero el romance no era exactamente lo más importante.
“No es como si estuviera buscando chicas en un avión en camino al funeral de mi madre”, dice. “Creo que el encuentro fue solo la conexión. Y cómo me hizo sentir ella. Y en verdad pensé que ella era una persona realmente hermosa, tanto por fuera como por dentro, y realmente me hizo sentir cómodo y percibí su calidez”.
Anesu y Hannah terminaron charlando durante todo el vuelo. Ambos tenían la intención de intentar dormir en algún momento durante las siete horas de vuelo. Al final, siempre estuvieron atentos el uno del otro.
Incluso a la tripulante de cabina, que había cambiado a Anesu a la fila de la salida de emergencia, le llamó la atención, mientras les servía más vino.
“Ustedes realmente se han llevado bien”, comentó.
Cuando el vuelo aterrizó en Heathrow, Anesu y Hannah intercambiaron números de teléfono antes de proseguir con las siguientes etapas de sus respectivos viajes.
“Ambos vivíamos en Washington”, dice Anesu. “Así que definitivamente quería verla una vez que estuviéramos de regreso en Washington”.
Hannah no esperaba que la conexión fuera más allá. Pero, aun así, abordó el vuelo a París sintiéndose más ligera, esperanzada. “Recuerdo que pensé: ‘Guau. Qué hermoso encuentro. Si nunca lo vuelvo a ver, o nunca volvemos a hablar, ese fue un hermoso encuentro con un extraño’”.
Y cuando la familia de Anesu lo recogió en el aeropuerto de Zimbabwe al día siguiente, él comenzó a hablar de Hannah inmediatamente.
“Me recogieron en el aeropuerto, y recuerdo haberles hablado de ella. Luego, una vez que llegué a Zimbabwe, les comenté a mis amigos sobre esta cosa extraña que había sucedido, sobre esta misteriosa chica blanca estadounidense que conocí en el avión”.
Los amigos de Anesu no pudieron resistir la tentación de burlarse de él.
“¿Acabas de bajarte del avión para venir al funeral de tu madre y lo primero de lo que nos hablas es sobre una chica?”. Sus amigos se rieron.
“Se burlaban de mí por eso”, dice Anesu mientras se encoge de hombros. “Pero tenía que compartirlo con ellos”.
Anesu y Hannah compartieron mensajes de texto durante los siguientes 10 días. Ella le dijo que estaba pensando en él el día del funeral de su madre. Él le preguntó qué le parecía Francia.
“Y luego, 10 días después, tuve que volar de regreso a Washington”, recuerda Anesu.
“Usé la misma ruta de Virgin Atlantic: Harare, Zimbabwe, Zimbabwe a Johannesburgo, luego de Johannesburgo a Heathrow en Londres”.
Anesu llegó a Heathrow temprano en la mañana a principios de 2018. Su último vuelo a Washington era justo antes del mediodía.
“Así que estaba en un bar, esperando a que saliera mi vuelo”, recuerda Anesu.
“Y luego la vi entrar”.
Hannah y Anesu nunca habían hablado de sus planes de regreso. No obstante, de repente estaban cara a cara en Heathrow. Ambos se miraron, sonriendo, con incredulidad.
“Sorprendido le pregunté: ‘¿Vas a regresar hoy? ¿A qué hora, en qué vuelo?’ 11:30 a.m., el mismo vuelo. Virgin Atlantic, de regreso a Washington. ‘¿Cuál es tu número de asiento?’ Ella tenía asignado el 60A. Y yo tenía el 61A. Uno detrás del otro…”
Hannah, sonriendo, se sentó un rato con Anesu en el bar. Acababa de despedirse de su madre y su hermana, que vivían en California y volaban a San Diego. Ella les envió un mensaje de texto breve y subrepticio:
“No van a creer con quién estoy sentada en el bar. Estoy con el chico del avión”, escribió.
“Y la respuesta típica de mi madre fue: ‘Oh, Dios mío, tal vez esto se convierta en un romance… ‘”, recuerda Hannah, riendo.
Hannah puso los ojos en blanco ante la respuesta. Pero parte de ella se preguntaba lo mismo. Miró a Anesu con una nueva luz. Anesu la miraba de vuelta.
“Nos llevamos bien de nuevo en el bar”, recuerda Anesu. “Y cuando subimos al avión, incluso las personas que tenían el asiento 60B y 61B, automáticamente, sin ni siquiera preguntarles, dijeron: ‘¿Quieren sentarse juntos?’”
Durante el vuelo de regreso a Washington, Anesu y Hannah no dejaron de hablar. Hablaron sobre sus respectivos viajes, sobre sus familias, sobre sus vidas en Washington. Descubrieron que vivían en el mismo vecindario.
“Así que tomamos el mismo Uber a casa desde el aeropuerto, la dejamos a ella primero y luego el Uber me dejó a mí en mi casa”, dice Anesu. “Simplemente sentí que todas esas cosas sucedieron tan rápido y en el transcurso de 10 días, y era inexplicable… Pero lo que sí fue real fue la conexión y el sentimiento. No se sentía como si la hubiera conocido por 10 días, ni siquiera por 10 días, como solo dos días de viaje de esos 10 días. Así que empezamos a salir inmediatamente, días después de regresar a Washington”.
Las primeras semanas de nuestras citas en Washington “no fueron normales”, afirma Anesu.
Anesu y Hannah habían avanzado rápidamente a través de toda esa fase de charla incómoda cuando recién se conoce a alguien. Ella lo había visto en uno de los peores días de su vida. Él solo la había visto en “modo avión”.
“Para cuando tuvimos nuestra primera cita, por así decirlo, en el sentido tradicional, en un bar, ya sabíamos mucho el uno del otro”, dice Hannah.
“Nos habíamos abierto mucho el uno al otro en el avión, esa parte de la relación en la que estás poniendo a prueba a la otra persona para ver si puedes ser vulnerable, si puedes compartir ciertas cosas con ellos, esa fase de ‘esta es una entrevista o una cita’, eso nunca sucedió con nosotros”.
Hannah sentía que Anesu era alguien con quien podía ser completamente abierta y vulnerable, en esencia ella misma. La había visto en el aeropuerto cuando “se veía bastante desaliñada” cuando llevaba puesta su sudadera. No había necesidad de fingir ser alguien que no era.
Para Anesu, fue como si Hannah representara un nuevo capítulo de su vida, una esperanza inesperada en la oscuridad del dolor por la pérdida de su madre.
“En muchos sentidos, sentí que mi mamá había enviado a alguien, porque sentía que probablemente yo lo necesitaba”, explica.
El resto de la familia de Anesu suponía que él estaba en una “trayectoria diferente, una cronología diferente” a la de sus compañeros en Zimbabwe. Sabían que estaba enfocado en estudiar y desarrollar una carrera en EE.UU., y supusieron que no se casaría, ni sentaría cabeza, a diferencia de sus compañeros veinteañeros en casa.
Entonces, cuando les dijo que estaba en una relación seria, se sorprendieron, pero aun así, vieron la relación con Hannah como poco convencional.
“Culturalmente, no es muy común en Zimbabwe que las parejas sean mixtas. No hay muchas relaciones entre blancos y negros en el país”, dice Anesu. “Puede ser común cuando sales de Zimbabwe, pero en el país en sí, no es muy común”.
Sin embargo, Anesu dice que su familia pensó que esto era solo una parte más de las muchas maneras en que él había sido “no convencional, tanto desde la carrera como de la vida, la ubicación… hasta el hecho de que, en ese momento, ni siquiera había vivido en el país durante años”.
Y estaban felices de que Anesu pareciera haber encontrado la felicidad a raíz de la tragedia.
“Creo que estaban felices por mí de que hubiera encontrado a alguien. Mi abuela y mis hermanas pequeñas me apoyaron mucho”.
Y algo que los seres queridos de Anesu y los seres queridos de Hannah tenían en común era una incredulidad compartida sobre las circunstancias del encuentro de la pareja.
“Todos mis amigos, familiares, mi hermana, mi madre, todos decían: ‘¿Qué? Es una locura. Esto está sacado de una película. Esto no sucede. Es una señal. Ustedes tienen que estar juntos’”, recuerda Hannah, riendo. “Y yo pensaba: ‘No, no tenemos que estar juntos. No supongan nada. Denme la oportunidad de ver también si quiero estar con este chico’”.
No obstante, sus intentos de aplicar la lógica solo se encontraron con “muchos chistes sobre quién nos interpretaría en la película sobre nuestras vidas”.
Hannah dice que cree más en las “coincidencias” que en el “destino”. Nunca le gustaron las efusivas declaraciones de que ella y Anesu estaban “destinados a estar juntos”.
“Además, no se trata de que estamos juntos solo porque nos conocimos en el avión y tuvimos este encuentro loco”, dice. “Me gustaría pensar que, si hubiéramos ido a una cita a ciegas, también seguiríamos juntos”.
Anesu tiene una perspectiva ligeramente diferente. Después de todo, el oportuno momento en el que conoció a Hannah, el día después de la muerte de su madre, se percibió como algo cósmico, algo más grande que ellos.
“No planeaba estar en ese vuelo y ese no era mi asiento”, señala. “Además, el destino es solo una amalgama de coincidencias”.
“No necesitamos entrar en nuestra discusión sobre el destino”, dice Hannah, riendo.
En los primeros meses de la relación de Hannah y Anesu, el trabajo gubernamental de Hannah hacía que se ausentara de la ciudad por largos períodos. Pero después de un año, más o menos, esa temporada de viajes se calmó. Hannah y Anesu se mudaron juntos en Washington.
“En este punto, cuando vivíamos juntos, ya nos habíamos dicho que ambos nos veíamos juntos a largo plazo”, dice Hannah. “Entonces, ¿cómo es eso de estar juntos y permanecer juntos? Y mientras tomábamos un cóctel en un restaurante tailandés, pensamos: ‘Creo que deberíamos casarnos, y creo que deberíamos hacerlo pronto’”.
Mientras acordaban alegremente estar juntos para siempre, Anesu le preguntó a Hannah si quería una pedida de mano o un anillo.
“No necesito eso”, aseguró Hannah. Esos símbolos no eran lo importante para ella.
“Creo que, para mí, cuando pensaba mi futuro, el hilo conductor fue que tú estabas en él”, le dice a Anesu hoy. “Cuando eso me quedó claro, supe que: ‘Está bien, siento que estoy lista para casarme. Porque sé que, si mi vida trascurre de esta manera o de aquella manera, o hago esto o aquello, lo que está claro es que te veo conmigo’”.
A raíz de su compromiso, Hannah y Anesu planearon un viaje a Zimbabwe para que Hannah pudiera conocer a los seres queridos de Anesu.
En el vuelo, Anesu le explicó a Hannah el árbol genealógico de la familia. A Hannah le gustó volver a visitar Zimbabwe. Y le encantó la familia de Anesu.
“Tienes cinco hermanas pequeñas. Eres el único hombre, eres el mayor. Pero todas tus hermanas son tan afectuosas y hospitalarias; siento que somos buenas amigas”, le dice Hannah a Anesu hoy.
Conocer a la abuela de Anesu, que fue una segunda madre para él, también fue un momento importante.
“Estamos a punto de conocernos y pienso: ‘Oh, esta es la persona más importante en tu vida en Zimbabwe’. Le extendí la mano, como si fuera a estrechársela. Cuando lo recuerdo, lo veo como: ‘Qué tonta fui’. Ella simplemente ignoró el hecho de que yo tenía extendida la mano y me dio un gran beso en la boca. Y recuerdo haber pensado: ‘Oh, Dios mío, está bien, así es que son las cosas’. Pero fue una cálida bienvenida inmediata y tuve un sentimiento de aceptación”.
De vuelta a casa en Washington, la pareja planeó lo que Anesu llama “una boda muy linda en el juzgado” para el verano de 2019, a la que asistieron la familia de Hannah y sus amigos más cercanos.
“Estábamos aquí en el patio trasero de nuestra casa, y así es como unimos nuestras vidas”, recuerda Anesu.
“Luego viajamos con la familia de ella a Zimbabwe también, para que las dos familias pudieran conocerse. Desafortunadamente, mi familia no puede viajar fácilmente a Estados Unidos debido a la situación con las visas, especialmente ahora”.
Este viaje a Zimbabwe fue especial para Hannah y Anesu. Vieron cómo sus seres queridos se compenetraban y sintieron emoción al pensar en el futuro compartido que se les avecinaba. En el vuelo de regreso a casa, se tomaron una fotografía juntos, recordando sus primeros vuelos compartidos y la vida que habían disfrutado juntos desde entonces.
Hoy, Hannah y Anesu celebran principalmente su historia de amor en su aniversario de bodas, pero el período previo a la Navidad y el aniversario del primer encuentro en el avión también será siempre importante en sus vidas.
Para Hannah, este solía ser un período oscuro, un recordatorio de la muerte de su padre y el vuelo que tomó sola de África a Estados Unidos. Hoy, todavía llora el fallecimiento de su padre, pero ese aniversario también se relaciona con el comienzo de un nuevo capítulo con Anesu y toda la felicidad que han disfrutado durante los últimos ocho años.
En cuanto a Anesu, el fallecimiento de su madre estará entrelazado para siempre con haber conocido a Hannah.
“Desde ese día en el avión hasta hoy, ella ha sido parte de la travesía, no solo del duelo, sino de la celebración, de recordar y de no olvidar, de seguir adelante”, dice Anesu sobre Hannah.
Esta conexión entre los momentos más felices de la vida de Anesu y los más tristes es agridulce.
“Si bien sé que probablemente habría sido difícil para mí conocerla si mi madre no hubiera fallecido, también es difícil para mí saber que nunca se conocerán, porque ellas son las dos personas más importantes en mi vida”, reflexiona.
A Hannah también le entristece pensar que su padre nunca conocerá a Anesu.
“Cuando pierdes a alguien que amas, la parte dolorosa es que incluso en los momentos más felices de tu vida, siempre habrá un poco de tristeza. Porque piensas en quién no está aquí”, dice. “Pero creo que eso es parte del dolor, ¿verdad? Así es la vida y la realidad, y aprendes a vivir con eso”.
Además, Hannah agrega que siente que conoce a la madre de Anesu y espera que él sienta que conoce al padre de ella también.
“Compartimos muchas historias entre nosotros sobre nuestros padres y te digo todo el tiempo que siento que conozco a tu madre a través de ti”, le dice a Anesu. “… Y a través de tus hermanas y otros miembros de la familia, porque ella jugó un papel tan importante que es parte de ustedes”.
Tanto para Hannah como para Anesu, conocerse en circunstancias agridulces estableció un vínculo entre ellos que se ha convertido en la piedra angular de su relación.
“Ha sido una gran relación, vida, matrimonio, tantas experiencias, tantos aspectos positivos, algunos desafíos. Hemos viajado juntos por el mundo… No podría haber pensado en una mejor pareja con quien experimentar esa vida que Hannah”, dice Anesu. “Solo espero con ansias el resto de nuestras vidas juntos y ver lo que el futuro nos depara”.
Hoy, ocho años después de que se conocieran en el avión, la pareja todavía vive en Washington, pero actualmente están considerando irse de Estados Unidos. Es un nuevo capítulo emocionante y que les intimida, pero saben que estarán juntos todo el tiempo.
“Estamos pensando en mudarnos a África el próximo año, tal vez, con suerte”, dice Anesu. “Y siento que las cosas que puedo hacer en mi vida en este momento, no habría podido hacerlas sin ella”.
“Estamos ahí el uno para el otro. Somos un solo ser. Somos una unidad. Estamos construyendo nuestras vidas juntos. Ya sabes, hay desafíos, hay éxitos, hay felicidad, pero lo más importante es que me despierto todos los días y sé que no estoy solo en esto”.
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