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Las explosiones que destrozaron los gasoductos de Rusia hacia Europa siguen causando divisiones años después

Por Joseph Ataman, CNN

Era una noche de finales de septiembre cuando explosiones sordas y una estela de burbujas rompieron la superficie del mar Báltico. Las explosiones habían destrozado los dos gasoductos Nord Stream, la autopista del gas de Rusia hacia Europa, meses después de la invasión total de Ucrania por parte de Moscú. Años después, las repercusiones de esa noche aún se sienten en todo el continente.

El ataque de 2022 contra los controvertidos gasoductos desencadenó una investigación internacional sobre los responsables, con sospechas que recayeron de inmediato sobre Rusia e incluso Estados Unidos, viéndose forzado a negar su implicación.

Ahora, la intriga sigue girando en torno a las explosiones, incluso mientras Alemania se prepara para enjuiciar a los presuntos saboteadores ucranianos. Y los esfuerzos de Polonia por obstaculizar el caso —aparentemente para proteger a su aliado Ucrania— han generado nuevas tensiones en Europa.

Alemania parece decidida a que Nord Stream sea juzgado en los tribunales, presentando órdenes de arresto contra dos ciudadanos ucranianos: Volodymyr Zhuravlov, detenido en Polonia, y Serhii Kuznietsov, detenido en Italia, sospechosos de estar implicados en la explosión.

Líderes de otras naciones han puesto en duda si se deben iniciar procesos penales contra los presuntos responsables.

Una decisión de un tribunal polaco a mediados de octubre de liberar a Zhuravlov, tras retrasar su extradición, ha minado seriamente las esperanzas de Berlín de lograr un juicio. A ojos del juez, si las explosiones de Nord Stream fueron un acto de sabotaje ucraniano, eso sería una respuesta justificada a una invasión no provocada.

“Si Ucrania fue realmente la organizadora de este acto de agresión, entonces solo Ucrania puede ser considerada responsable de este hecho”, dijo el juez Dariusz Lubowski en su veredicto que detuvo la extradición de Zhuravlov a Alemania, según informó la filial de CNN TVN24.

El ucraniano de 49 años afirma no haber tenido nada que ver con el ataque y que se encontraba en Ucrania en el momento de los hechos, de acuerdo con TVN24.

La fiscalía alemana alega que Zhuravlov, un “buzo entrenado”, formaba parte de un grupo de personas que colocaron explosivos en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 cerca de la isla de Bornholm en septiembre de 2022. El grupo supuestamente usó identidades falsas para alquilar un yate que los transportaba, junto con su equipo, al lugar de la explosión.

Serhii Kuznietsov, un exsoldado ucraniano de 49 años y presunto coordinador de la operación, fue detenido en Italia a finales de agosto en virtud de una orden alemana.

El abogado defensor de Kuznietsov, Nicola Canestrini, dijo a CNN que el ucraniano niega cualquier delito y que actualmente está apelando la decisión del Tribunal Supremo de Italia de extraditarlo a Alemania.

“El problema de Europa, el problema de Ucrania, el problema de Lituania y Polonia no es que el Nord Stream 2 haya sido destruido, sino que se haya construido”, dijo el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, a la prensa a principios de octubre.

“Ciertamente no beneficia a Polonia, ni en el interés de la decencia y la justicia, enjuiciar o extraditar a este ciudadano a otro estado”, añadió.

La postura de Tusk refleja preocupaciones constantes sobre los gasoductos dentro y fuera de Europa.

Ya en 2007, el entonces ministro de defensa de Polonia, Radek Sikorski, criticó al propuesto gasoducto Nord Stream 1, calificándolo como “el intento más indignante del señor Putin de dividir y dañar a la UE”.

La dependencia europea de los hidrocarburos rusos ha enfrentado oposición de las administraciones de Estados Unidos desde el Gobierno de George W. Bush. Ese sentimiento ha sido bipartidista durante mucho tiempo; como dijo el senador republicano Ted Cruz a los senadores en 2019, el gasoducto Nord Stream 2, “si se completa, haría que Europa dependiera aún más de la energía rusa, y sería aún más vulnerable al chantaje ruso”.

En Europa, la postura polaca expuso divisiones en el continente.

“Impactante” fue la palabra que utilizó Peter Szijjarto, ministro de Relaciones Exteriores de Hungría —uno de los pocos aliados de Rusia en el continente y reciente beneficiario de una exención de Estados Unidos que les permite seguir comprando petróleo y gas ruso— para describir la postura de Tusk.

“Una cosa está clara: no queremos una Europa donde los primeros ministros defiendan a terroristas”, escribió en X.

Para muchos en el norte de Europa, la atención centrada en quién voló el Nord Stream desvía la atención de cómo se construyó en primer lugar.

El exministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, dijo a CNN que, si se toma el caso legal en aislamiento, “podría obligarnos a olvidar cómo llegamos allí”. La posición del Gobierno polaco “tiene bastante que ver con su política interna, ya que su presidente es de un partido muy nacionalista”.

Helga Kalm, subdirectora del Centro Internacional de Defensa y Seguridad de Estonia, dijo a CNN: “Es su manera de mostrarle a Alemania que están haciendo lo incorrecto” al seguir una acusación que podría perjudicar los intereses ucranianos.

Muchos en los países postsoviéticos de Europa, especialmente Polonia, finalmente se sienten reivindicados tras décadas de advertir contra el impulso de potencias europeas, como Alemania, de estrechar lazos con Rusia.

Tanto Dinamarca como Suecia —cuyas aguas se encuentran a ambos lados del gasoducto Nord Stream— se negaron a investigar las explosiones, y Suecia citó la falta de jurisdicción.

Sin embargo, Alemania ha seguido adelante.

“Es un estado de derecho”, dijo Stefan Meister, experto en Europa del Este del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, a CNN.

“Creo que esto es particularmente para fines internos”, agregó. Con los populistas de derecha de AfD desafiando la credibilidad de las instituciones estatales, permitir que la justicia alemana siga su curso trata sobre “la credibilidad del sistema, la institución y las élites políticas gobernantes”, afirmó.

Alemania fue la fuerza impulsora en Europa de los gasoductos Nord Stream en el continente.

Y cosechó los beneficios. En 2016, casi el 30 % de las necesidades de gas alemanas fueron cubiertas por proveedores rusos, canalizando gas a través del Nord Stream 1, según cifras del gobierno alemán.

El canciller de Alemania entre 1998 y 2005, Gerhard Schroeder, intentó posteriormente unirse al consejo de administración del gigante energético ruso Gazprom y se convirtió en presidente de la petrolera rusa Rosneft tras dejar el cargo.

Asimismo, los gasoductos se convirtieron en un símbolo de la dependencia de los hidrocarburos rusos baratos que, según los críticos, Europa intercambió por una postura de principios frente a la agresión de Moscú en Ucrania en 2014 y Georgia en 2008.

La excanciller Angela Merkel recibió críticas especiales por su enfoque conciliador hacia Moscú.

En las recién publicadas memorias de Merkel, ella refutó las acusaciones de que Alemania había dependido del gas ruso, escribiendo: “Particularmente en el caso de Nord Stream 2, aunque nunca se transportó gas por ese gasoducto… Fue un vestigio de una inversión fallida”.

En sus memorias, publicadas recientemente, Merkel refutó las acusaciones de dependencia alemana del gas ruso, escribiendo: “Sobre todo en el caso del Nord Stream 2, a pesar de que nunca se transportó gas por este gasoducto… Era un vestigio de una inversión fallida”.

Debido al estrecho vínculo que muchos políticos alemanes mantenían con el impulso para la construcción de los gasoductos Nord Stream, hoy muchos políticos estarían dispuestos a desvincularse del caso, afirmó Meister.

“Mi impresión es que quieren lavarse las manos”, afirmó.

La confusión que rodea al caso solo sirve para alimentar tensiones en Europa en un momento en que la unidad contra Rusia, y un aliado impredecible en Estados Unidos, es fundamental. Los esfuerzos de Rusia para sembrar divisiones en el extranjero están bien documentados, pero aquí el Kremlin puede haber logrado uno de sus objetivos sin mover un dedo.

Nord Stream corre el riesgo de provocar “más preguntas y quizá fracturas dentro de la alianza”, dijo Landsbergis. “Especialmente en un momento en que ya no estamos en paz, es algo que no debería olvidarse”.

Cualquiera sea el resultado de la demanda alemana para obtener una resolución judicial satisfactoria sobre Nord Stream, el gas ruso no fluirá hacia el sur como lo hacía antes de 2022.

Desde la invasión rusa a gran escala de Ucrania, Europa ha luchado por liberarse de una dependencia de décadas del gas ruso. La pérdida de Nord Stream no hizo más que acelerar este proceso.

La cuota de Rusia en las importaciones de gas por gasoducto de la UE cayó de más del 40 % en 2021 a alrededor del 11 % en 2024, de acuerdo con cifras de la UE.

“El lugar adecuado para Nord Stream 2 es el fondo del mar, hecho pedazos”, declaró en marzo el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna.

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Información adicional de Philippe Cordier.

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