El camino que llevó, 13 años después, a escuchar: “Austin está muerto”
Por Clarissa Ward y Sarah El Sirgany, CNN
“Por aquí pasaron los estadounidenses”, dijo el guardia militar sirio, señalando una carretera empinada detrás de él. “No sé hacia dónde se dirigieron, no tengo permitido subir allí”.
La carretera bloqueada conduce a un laberinto de instalaciones militares incrustadas en las laderas rocosas del monte Qasioun, en las afueras de la capital siria, Damasco. Era lo más cerca que CNN podía llegar de los lugares registrados por un equipo encabezado por el FBI que vino aquí en septiembre en busca de rastros del periodista estadounidense Austin Tice, más de una década después de su desaparición.
El equipo estadounidense no pasó desapercibido: llegó en un convoy de vehículos blindados. Su objetivo era doble: buscar el lugar donde se creía que Tice había estado recluido por última vez y, si era posible, encontrar sus restos.
La búsqueda de Estados Unidos se centró en una instalación llamada Centro de Estudios e Investigaciones Científicas de Siria. Duró menos de tres días. El 9 de septiembre, Israel lanzó un ataque explosivo sobre Qatar y la delegación se retiró de forma abrupta.
La pista que condujo a la búsqueda estadounidense provino de varios testigos, entre ellos Bassam al-Hassan, un poderoso asesor del derrocado presidente de Siria, Bashar al-Assad, y el hombre que mantuvo detenido a Tice tras su captura, a mediados de agosto de 2012.
Durante 13 años, el misterio sobre lo que ocurrió con Austin Tice ha atormentado a múltiples gobiernos de Estados Unidos. Luego, tras la caída del régimen de Assad, en diciembre de 2024, empezaron a aparecer testigos. Después de huir a Irán, al-Hassan se trasladó a Beirut, Líbano, en abril, donde fue interrogado por investigadores del FBI —junto con varios de sus allegados— sobre la captura de Tice.
En septiembre, CNN logró ubicar el apartamento donde vivía al-Hassan en Beirut. Tras tocar su puerta, el equipo se presentó como periodistas de CNN. Durante una conversación de 20 minutos —la primera vez que un periodista lo confrontaba directamente—, al-Hassan dijo a CNN que Assad había ordenado la ejecución de Tice.
“Por supuesto que Austin está muerto. Austin está muerto”, afirmó. Sus declaraciones fueron captadas en video por cámaras ocultas que llevaba el equipo. Asintió cuando le preguntaron si Tice fue ejecutado en 2013, y aseguró que él había transmitido la orden de ejecución a un subordinado.
“No quiero proteger a Bashar al-Assad porque nos abandonó y se fue”, añadió Al-Hassan. “No quiero proteger a Rusia ni a Irán, porque Estados Unidos cree que Rusia e Irán tienen algo que ver con el caso. Y puedo asegurarle que no es así. Esto tiene que ver únicamente con el [ex] presidente Bashar”, dijo.
Assad huyó a Rusia tras el colapso de su régimen, y los intentos de CNN por contactarlo no tuvieron éxito.
Al-Hassan afirma que transmitió la orden de ejecución a un subordinado de la milicia progubernamental Fuerzas de Defensa Nacional (NDF, por sus siglas en inglés), respaldadas por Irán y conocida por sus abusos. CNN supo que el hombre en cuestión se encuentra ahora en Rusia. A través de un intermediario, se negó a responder las preguntas de CNN.
Varios de los testigos con los que habló CNN afirmaron que hay inconsistencias en la versión de Al-Hassan. CNN confirmó que él no superó la prueba del polígrafo que le aplicó el FBI.
La verdad está enredada en una red de mentiras que sigue siendo el legado duradero de un régimen que mató y desapareció a cientos de miles de sus propios ciudadanos. Para reconstruir lo que ocurrió con Tice, CNN entrevistó a decenas de funcionarios y exfuncionarios, investigadores y testigos presenciales en siete países diferentes. Muchos solo hablaron bajo condición de anonimato para tratar asuntos delicados o proteger su precaria situación en los países a los que huyeron.
Aunque CNN no puede confirmar que Tice esté muerto, por primera vez se escuchan voces de personas con conocimiento directo de su captura, cautiverio e intento de fuga. Los testimonios que ofrecen sugieren con fuerza que Tice fue asesinado hace más de una década, aunque no existe una prueba concluyente. Desde la caída del régimen de Assad el año pasado, el nuevo Gobierno sirio ha mostrado interés en establecer buenas relaciones con Estados Unidos y ha trabajado de cerca con funcionarios estadounidenses para ayudar a resolver el caso Tice. El FBI ha intensificado su propia investigación, recogiendo pruebas sobre el terreno.
“Además de una operación de recuperación, esta sigue siendo una investigación federal activa y siempre existe el objetivo de lograr algo de justicia en esta situación”, dijo una persona familiarizada con la investigación del FBI.
Desde la desaparición de Tice, en 2012, su familia no ha dejado de creer que sigue con vida. Su madre, Debra Tice, ha llevado a cabo una incansable campaña pública en nombre de su hijo, presionando al Gobierno de Estados Unidos —a través de múltiples administraciones— para que haga todo lo posible por traerlo de regreso con vida. A comienzos de este año, poco después de la caída del régimen de Assad, Debra viajó a Damasco para buscarlo y se reunió con el nuevo presidente de Siria, Ahmed Al-Sharaa. Anteriormente había calificado a Al-Hassan de “mentiroso patológico”.
“Austin Tice está vivo. Esperamos verlo caminar libre”, dijo la familia Tice a CNN en un comunicado.
Tice, exoficial de la Infantería de Marina de Estados Unidos, informó desde Siria durante el verano de 2012, cuando las protestas contra Assad se habían convertido en una lucha armada. Se integró con los rebeldes en las líneas del frente y documentó la represión brutal del régimen contra las manifestaciones pacíficas. Su enfoque audaz le valió publicaciones en medios destacados de Estados Unidos como The Washington Post y McClatchy.
Envió su último reporte desde Daraya, un suburbio de Damasco que aún conserva las marcas de años de combates y bombardeos. Su familia y sus editores dijeron que perdieron contacto con él a mediados de agosto, cuando debía viajar a Líbano para tomar un descanso.
Durante 13 años, el Gobierno sirio negó de forma constante haber detenido a Tice o tener conocimiento de su paradero, a pesar de la presión del Gobierno estadounidense y de su familia. Semanas después de que Assad huyera de Siria hacia Rusia, empezaron a aparecer fisuras en esa versión. A comienzos de este año, un exfuncionario de la rama de inteligencia exterior de Siria, el general Safwan Bahloul, declaró a Al Jazeera que había interrogado a Tice en 2012 por orden de Al-Hassan.
Bahloul aceptó hablar con CNN solo después de obtener autorización del nuevo Gobierno en Damasco. Un funcionario de seguridad condujo al equipo hasta su casa, ubicada en una colina arbolada en Latakia, la provincia costera de Siria conocida por su lealtad a la familia Assad. A diferencia de otros exfuncionarios que huyeron del país, Bahloul aceptó un acuerdo ofrecido por el nuevo Gobierno que, en la práctica, le otorga amnistía.
Durante una extensa entrevista el mes pasado, Bahloul explicó cómo supo por primera vez de la existencia de Tice.
“Fui a la oficina de [Al-Hassan] y me dijo: ‘Hemos capturado a un periodista estadounidense. Queremos que lo interrogues para ver si no es un simple periodista o si es un espía’”, relató Bahloul.
Bahloul, quien ha pasado tiempo en Estados Unidos y el Reino Unido y habla inglés con fluidez, dijo a CNN que interrogó a Tice tres veces. “Revisé los nombres y contactos en su teléfono, preguntándole por cada uno”, contó. “Fue cooperativo. Me dijo que había sido oficial de la Infantería de Marina. No se mostró nervioso. Tuvo el valor de enfrentar su cautiverio. A veces incluso hablábamos de música”.
Tice estuvo detenido en un complejo de la Guardia Republicana conocido como Tahoune, bajo el mando de Ghassan Nassour, un alto funcionario que reportaba a Al-Hassan. La línea entre la Guardia Republicana y las NDF era difusa: algunos funcionarios, incluido Nassour, servían en ambas.
CNN logró comunicarse con Nassour por teléfono en su nueva residencia en Emiratos Árabes Unidos.
“No era una prisión formal, sino un centro de detención temporal para soldados con sanciones disciplinarias”, dijo.
Cuando CNN visitó el complejo, en septiembre, el lugar había sido en gran parte remodelado y era utilizado por militares del nuevo Gobierno. Murales descoloridos de Assad, munición abandonada y rejas en las ventanas de algunas habitaciones eran los únicos vestigios que quedaban del antiguo régimen.
Según Nassour, el soldado encargado de llevarle comida a Tice tenía instrucciones de no hablarle. La nacionalidad e identidad de Tice, asegura Nassour, eran conocidas solo por unas pocas personas cercanas a Al-Hassan, cuya oficina quedaba frente a Tahoune.
“Si le preguntabas a cualquier soldado en Tahoune, te diría que sabían que había un prisionero importante, pero nadie sabía quién era”, dijo a CNN por teléfono desde su aldea en Latakia un soldado de bajo rango que trabajó en la oficina de Al-Hassan en esa época. Contó que solo se dio cuenta de que se trataba de Tice cuando en 2025 se publicaron detalles sobre su cautiverio. Antes de eso, no se atrevía a preguntar.
Nassour recordó el día en que llevaron a Tice a Rakhla, una zona montañosa cerca de la frontera con el Líbano, para grabar un video que se difundió en septiembre de 2012.
Bajo las órdenes de Al-Hassan, soldados del régimen se vistieron como yihadistas y condujeron a Tice con los ojos vendados cuesta arriba mientras gritaban “Dios es grande”, relató Nassour. El objetivo, añadió, era dar la impresión de que Tice estaba en manos de extremistas y no del régimen de Assad.
“El video se publicó en internet al día siguiente, y parecía como si Tice hubiera sido capturado por talibanes en Afganistán y nunca hubiera entrado a Siria”, dijo Nassour. En el video, de 46 segundos, se ve a Tice recitando la profesión de fe musulmana y suplicando: “Oh, Jesús”.
Funcionarios estadounidenses y analistas independientes determinaron rápidamente que el video era un montaje. Los investigadores de Estados Unidos siguieron las pistas digitales hasta el régimen sirio. Se consideró una prueba de que Tice estaba bajo custodia del Gobierno y fue la primera y única evidencia de vida.
De regreso en Tahoune, hacia finales de octubre, Tice pidió a Bahloul jabón y una toalla, que —según Bahloul— utilizó para escapar. Los investigadores sirios de entonces determinaron que Tice usó el jabón para deslizarse por una ventana alta y la toalla para saltar sobre el vidrio roto incrustado en la parte superior del muro exterior del complejo.
El soldado de bajo rango del equipo de Al-Hassan describió el caos que siguió. “Entramos en estado de alerta. Hubo confusión porque alguien se había fugado de la prisión”, contó a CNN. “Distribuyeron su foto en los puestos de control cercanos al complejo”.
Tice logró llegar al vecindario de Mazzeh, una zona acomodada a poco más de un kilómetro de Tahoune. Durante más de 24 horas permaneció prófugo en un área con embajadas y residencias de algunos de los principales generales del régimen.
“Todos los aparatos de seguridad en Damasco, miles de agentes, comenzaron la búsqueda. Lo capturó uno de ellos y lo entregaron nuevamente a la milicia de las Fuerzas de Defensa Nacional, que en ese momento dirigía Bassam Al-Hassan”, dijo Bahloul.
Una vez recapturado Tice, Bahloul fue convocado una vez más para verlo.
“Sentí que la conexión entre él y yo se había perdido. Le hablaba y no respondía. Podría decirse que estaba deprimido”, recordó Bahloul. “Nunca volví a verlo”.
Esta vez, Tice fue llevado a la oficina de Al-Hassan, al otro lado de la calle de Tahoune. A partir de ahí, el rastro se perdió, según varios mandos de inteligencia sirios y de las Fuerzas de Defensa Nacional.
“Dejé de preguntar por el caso”, dijo Nassour. “En Siria, si alguien se entera de que hiciste preguntas sobre algo que no te concierne, te metes en problemas. Nunca volví a preguntar hasta la caída del régimen”.
Bahloul dijo a CNN sobre Tice: “Es uno de los casos más misteriosos que he vivido”.
La persona que conoce la clave del misterio es Bassam Al-Hassan.
Al-Hassan fue asesor de Assad y creador de la temida milicia Fuerzas de Defensa Nacional (NDF, por sus siglas en inglés), implicada en algunos de los peores crímenes cometidos durante la guerra civil siria. Fue sancionado por el Reino Unido y la Unión Europea, en 2011, y por Estados Unidos, en 2014. Las sanciones estadounidenses destacan sus múltiples funciones dentro del régimen, entre ellas la de “representante presidencial sirio ante el Centro de Estudios e Investigaciones Científicas de Siria (SSRC, por sus siglas en inglés)”, la agencia gubernamental encargada de desarrollar y producir armas y misiles no convencionales.
En 2023, fiscales franceses emitieron órdenes de arresto contra Al-Hassan, Assad y otros altos mandos por complicidad en crímenes de guerra relacionados con el uso de armas químicas contra civiles en agosto de 2013. Los dos ataques citados en el caso provocaron más de 1.000 muertes en los suburbios damascenos de Duma y Guta Oriental.
“Era como la mano derecha de Bashar al-Assad, alguien en quien Bashar confiaba plenamente, una persona a quien podía encargarle sus tareas más sucias y desagradables”, explicó el periodista Gareth Browne, de The Economist, quien ha cubierto extensamente la figura de Al-Hassan desde la caída del régimen.
Al-Hassan se había negado a hablar con periodistas, y las pocas fotografías disponibles en internet eran incorrectas o muy antiguas. En septiembre, CNN obtuvo una foto reciente suya y una pista sobre dónde se escondía: un lujoso complejo de apartamentos en un suburbio de Beirut.
Un equipo de CNN pasó una noche observando los edificios. Un balcón —y un hombre en particular— coincidían con la imagen. A la mañana siguiente, CNN tocó a su puerta y le preguntó por Tice. En cuanto escuchó el nombre, los invitó a pasar.
Durante la conversación, Al-Hassan parecía alterado por el hecho de que CNN lo hubiera encontrado y preguntaba repetidamente quién había revelado su ubicación. Explicó a CNN que recientemente le había dicho a un equipo del FBI que él tenía a Tice bajo custodia cuando Assad le dio la orden de ejecutarlo. Según múltiples fuentes familiarizadas con el interrogatorio, Al-Hassan también afirmó que intentó oponerse a la orden de Assad, pero que el entonces presidente fue tajante.
Varios sirios que conocen a Al-Hassan pusieron en duda la posibilidad de que se hubiera atrevido a desafiar a Assad.
“Podrás decir lo que quieras de Bassam, pero no es un hombre valiente… No puedo imaginarlo diciendo algo como: ‘Señor, no deberíamos’. No, él no da ese tipo de consejo”, dijo Bahloul.
Otras fuentes dijeron a CNN que cuestionan sus motivos para hablar con el FBI. Tras la caída del régimen, el Gobierno de Estados Unidos ofreció una recompensa de US$ 10 millones por información sobre Tice. Al-Hassan aseguró a CNN que no buscaba ninguna compensación económica por presentarse.
Las fuentes también describieron a Al-Hassan como astuto, maquiavélico y poco confiable. En muchos aspectos, encarnaba la cultura de la era Assad.
“Hay que entender la naturaleza de este régimen. Estas personas competían entre sí. Estaba plagado de rivalidades. Se mentían y se engañaban entre ellos, incluso estando nominalmente del mismo lado”, dijo Browne, el periodista de The Economist.
Tanto Nassour como Bahloul dijeron a CNN que, cuando Tice fue capturado por primera vez, Assad se mostró complacido y lo consideró una carta valiosa para futuras negociaciones con Estados Unidos.
“Assad sabía de Tice y sabía que podía usarlo en negociaciones. Habría sido extremadamente estúpido matarlo… desperdiciar una carta ganadora en su mano”, dijo Nassour.
Otras personas con las que habló CNN consideraron plausible que Assad hubiera ordenado la ejecución de Tice, especialmente después de su fuga.
Durante los últimos 13 años, varios Gobiernos de Estados Unidos presentaron distintas ofertas al Gobierno sirio a cambio de la liberación de Tice. Los negociadores sirios mantuvieron su negación de manera firme, incluso cuando los funcionarios estadounidenses solo pedían una prueba de vida.
“No me parecía lógico. Pero empecé a sentir que algo andaba mal en torno al caso o a Austin”, dijo el general Abbas Ibrahim, exjefe de inteligencia del Líbano, sobre las negociaciones fallidas durante el primer mandato del presidente Donald Trump.
Ibrahim, un mediador que ha negociado la liberación de numerosos rehenes occidentales en la región, trabajó en el caso Tice durante todas las administraciones estadounidenses, desde la del presidente Barack Obama hasta su retiro, en 2023.
“Los estadounidenses estaban muy interesados en este caso y estaban dispuestos a pagar cualquier precio por recuperarlo”, dijo Ibrahim. “El régimen en Siria tenía una gran oportunidad de salvarse con Austin, pero no jugaron esa carta porque quizá ya no la tenían”, agregó.
Durante la visita de CNN a Tahoune y a la oficina de Bassam Al-Hassan, ubicada frente al complejo, quedó claro que los rastros de lo ocurrido allí hace 13 años habían desaparecido. No solo se habían perdido entre los saqueos y el vandalismo de las multitudes que se rebelaron contra años de represión en diciembre, sino también bajo las capas de pintura que intentaron borrar los horrores que esos lugares presenciaron a lo largo de los años.
En los meses posteriores a la apertura de las prisiones del régimen de Assad, el año pasado, la esperanza de encontrar a Tice —y a decenas de miles de sirios desaparecidos— empezó a desvanecerse. Quienes no salieron con vida fueron dados por muertos. Muchas de sus familias se niegan a aceptarlo oficialmente hasta que los restos sean hallados. Aún confían en que la verdad, enterrada en fosas secretas y oculta entre millones de documentos del antiguo Gobierno, pueda algún día ofrecerles cierre.
Para la familia Tice, la búsqueda de Austin continúa.
Solo cuando el equipo de CNN se disponía a salir del apartamento, la voz de Al-Hassan se quebró al decir que le debía una disculpa a la madre de Tice.
“De verdad, me duele recordarlo. Ojalá lo que pasó no hubiera ocurrido”, dijo Al-Hassan. Se quitó las gafas, dejando ver los ojos enrojecidos. “Fue un dilema con el que tuve que cargar”.
Tice podría quedar simplemente en la memoria como otra víctima más de las mentiras interminables y de la crueldad sin sentido de un régimen despiadado.
–Con información adicional del periodista Zaher Jaber, en Siria.
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