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La tormenta tropical Melissa se está frenando. Es una nueva y preocupante tendencia en los ciclones tropicales del Atlántico

Por Andrew Freedman, CNN

Se espera que la tormenta tropical Melissa serpentee por el Caribe a un ritmo lentísimo en los próximos días, aunque se pronostica que se fortalecerá hasta convertirse en huracán, recorriendo tan solo 3 kilómetros por hora. Esto es más lento que la velocidad promedio de una persona caminando.

Los huracanes son ciclones poderosos, pero requieren la influencia de otros sistemas meteorológicos, como un frente frío o una inmersión en una corriente de aire, para determinar su velocidad y rumbo.

Sin embargo, cuando estas influencias son muy débiles o inexistentes, como en el caso de Melissa, un ciclón puede deambular durante días, descargando lluvias torrenciales sobre cualquiera que tenga la mala suerte de estar cerca.

El movimiento lento y los vientos débiles en altura también pueden contribuir a que un sistema tropical como Melissa se intensifique hasta convertirse en un huracán mayor, de categoría 3 o superior. Actualmente, el mar Caribe tiene algunas de las aguas más inusualmente cálidas del océano Atlántico, y la tormenta podría tener la oportunidad de aprovechar esa energía.

“La intensidad potencial es bastante elevada en el Caribe, en comparación con el promedio de 1979-2023 para esta época del año”, declaró Kerry Emanuel, meteorólogo especializado en ciclones tropicales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). No ha habido mucha actividad de ciclones en el Caribe en lo que va de año debido a los fuertes vientos en altura que han impedido que los sistemas tropicales nacientes se intensifiquen, señaló.

Pero ahora, se espera que las condiciones sean propicias para que la tormenta tropical Melissa mantenga su ritmo lento.

Según los expertos, existe evidencia de que las tormentas tropicales y los huracanes de movimiento lento están ocurriendo con mayor frecuencia en la cuenca atlántica, especialmente cerca y sobre masas de tierra.

Estudios realizados en los últimos años han mostrado una disminución en la velocidad de avance al tocar tierra. Este es un cambio crucial, ya que una tormenta de movimiento más lento generalmente implica más inundaciones y, potencialmente, más marejadas ciclónicas.

Algunas investigaciones han señalado al calentamiento global como una posible causa de esta tendencia, pero esto aún no está completamente establecido, afirmó el meteorólogo Kieran Bhatia, de la compañía global de riesgos y reaseguros Guy Carpenter.

Algunos estudios, añadió Bhatia, muestran que las tormentas tropicales y los huracanes se han desacelerado en los últimos años en el territorio continental de Estados Unidos y también en las regiones cercanas a la costa.

Sin embargo, “estos cambios aún no se han vinculado con certeza” al cambio climático causado por el hombre, añadió. El último informe importante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) reveló una tendencia que no se puede explicar únicamente por la variabilidad natural con un nivel de confianza “medio”, afirmó Bhatia.

Las investigaciones del experto en huracanes James Kossin y sus colegas han señalado, de hecho, una desaceleración global en la velocidad de avance de los ciclones tropicales. Descubrieron que esta tendencia estaba relacionada con cambios en la circulación del aire en altura, que son consistentes con las expectativas derivadas del calentamiento global.

Otro trabajo de Kossin, excientífico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) e instructor en la Universidad de Wisconsin, destaca por mostrar una tendencia hacia tormentas tropicales y huracanes del Atlántico Norte con un movimiento más lento o incluso estancamiento al tocar tierra o cerca de ella.

Investigaciones adicionales realizadas por otros científicos aportan más evidencia de recientes desaceleraciones en el avance de los ciclones tropicales, mientras que algunos estudios de modelización proyectan que es probable que el cambio climático futuro cause tormentas más serpenteantes.

Sin embargo, la comunidad general de meteorólogos y climatólogos aún no está totalmente de acuerdo.

Independientemente de cualquier vínculo con el cambio climático, cualquier tendencia a desacelerarse —como el avance lento de la tormenta tropical Melissa— tiene enormes implicaciones para los impactos, ya que permite que estos ciclones descarguen precipitaciones más intensas sobre la tierra.

Melissa, por ejemplo, representa una importante amenaza de inundación para Jamaica y La Española, en particular, debido a su gran proximidad a tierra, la presencia de altas montañas que tienden a absorber la humedad de la atmósfera y la probabilidad de que se produzcan fuertes lluvias durante varios días consecutivos.

Si bien la relación entre los sistemas tropicales de movimiento más lento y el cambio climático es un tema de investigación activa, los estudios han demostrado de forma concluyente que las tormentas tropicales y los huracanes ahora producen más precipitaciones que antes. Esto se debe al aumento de las temperaturas del océano y del aire, ya que el aire más cálido retiene más humedad.

Un ejemplo devastador de un ciclón tropical de movimiento lento y cargado de agua fue el huracán Harvey, en 2017, que produjo 154,5 cm de lluvia en el sureste de Texas. Esta fue la mayor precipitación total de un ciclón tropical en la historia de Estados Unidos.

A medida que las ciclones disminuyen, existe la posibilidad de que se formen más huracanes como Harvey.

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