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Los ataques cada vez más agresivos de Trump contra Powell no son lo que parecen

Análisis de Phil Mattingly, CNN

Los ataques del presidente Donald Trump contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, son tan comunes a estas alturas que apenas tienen impacto en los mercados financieros. La rápida intensificación de los variados intentos de los asesores de Trump para amplificar y expandir sus ataques es una buena razón para reconsiderar esa indiferencia.

Los asesores de la Casa Blanca están inequívocamente involucrados en una campaña coordinada para aumentar drásticamente la presión sobre Powell mediante declaraciones públicas y movimientos burocráticos diseñados para darle a Trump más influencia.

Dicha influencia, según varias fuentes, no está diseñada para provocar la destitución de Powell —al menos por el momento—.

Pero con la creciente frustración de Trump por la negativa de la Fed a ceder a su presión para bajar las tasas, esta es la medida más importante tomada hasta la fecha para llevar esa amenaza a la puerta de Powell.

También sirve como la mayor señal para cambiar la postura de Powell y del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) de defender su independencia. Hace apenas tres semanas, Trump reconoció con franqueza que no había tenido éxito.

“Lo insulto de todas las maneras posibles para intentar que haga algo”, dijo Trump, expresando su desconcierto ante la impasibilidad de Powell ante su capacidad de persuasión. “Lo hago de todas las maneras posibles. Soy desagradable. Soy amable. Nada funciona”.

Los asesores de Trump parecen querer mostrar que no se rendirán.

La velocidad con la que se intensificó la campaña contra Powell el jueves fue en partes iguales impactante y previsible para una Casa Blanca que ha abordado el segundo mandato de Trump con una visión maximalista de la autoridad ejecutiva y una comprensión detallada de las herramientas legales y burocráticas para promover dicha visión.

El director de la Oficina de Administración y Presupuesto, Russell Vought, desencadenó esta secuencia con una carta que le envió a Powell, publicada en redes sociales, en la que sugería que éste podría haber infringido la ley al gestionar la renovación planificada de la sede de la Reserva Federal.

La carta de Vought cita el testimonio de Powell ante el Congreso el mes pasado y su conexión con la Ley de Planificación de la Capital Nacional, que exige que los proyectos de renovación sean aprobados por la Comisión Nacional de Planificación.

Vought presentó su carta como un intento por comprender mejor el proyecto de renovación de la Reserva Federal, en medio de las preocupaciones sobre su costo y la descripción que Powell hizo del proyecto en su testimonio.

“Haremos preguntas difíciles con respecto a la Reserva Federal”, declaró Vought a la prensa el viernes por la mañana. El presidente se siente ofendido por los sobrecostos; él es un promotor inmobiliario”, indicó.

Pero cuando se le preguntó a Trump si quería que la Reserva Federal mantuviera su independencia, Vought calificó la pregunta de “irrelevante”.

“El presidente tiene una visión política respecto a que necesitamos tasas más bajas”, dijo Vought. “Tiene una visión política respecto a que Jerome Powell ha llegado tarde repetidamente. La Reserva Federal ha sido mal administrada”.

La carta de Vought coincidió con una decisión discreta para reemplazar a tres miembros de esa comisión de planificación por gente leal, según informó una fuente a Kristen Holmes de CNN. Todos prestaron juramento antes de la reunión de la comisión el jueves por la noche.

Estas decisiones siguen una estrategia familiar utilizada por Trump y sus principales asesores políticos a lo largo de la última década.

Todo comienza con una acusación de malversación poco conocida, presentada por aliados del Capitolio contra un oponente, que luego es aprovechada, amplificada y utilizada como base de una investigación que, como mínimo, puede utilizarse para deslegitimar o servir de base para más acciones en el futuro.

La participación central de Vought, considerado uno de los lugartenientes más leales, conocedores y eficaces de Trump, representa una escalada en sí misma.

“Creo que los nombramientos políticos deben ser realmente contundentes al revisar las leyes subyacentes para ver qué es posible”, declaró Vought en una entrevista el año pasado en el podcast Statecraft, en lo que describió como una de sus filosofías de gobierno. “No debería tratarse simplemente de preservar el status quo o de preguntarle al Capitolio: ‘Madre, ¿puedo?’. El presidente debe gestionar su capital político, pero es necesario ofrecerle opciones que cumplan con la ley”.

Funcionarios de la Casa Blanca afirman que no hay ninguna campaña activa en marcha para intentar destituir a Powell, una vieja obsesión de Trump que sus asesores le han disuadido de llevar a cabo debido a importantes preocupaciones sobre las restricciones legales y una eventual reacción del mercado.

Trump reiteró este viernes que no va a destituir a Powell. Al ser consultado por Kit Maher, de CNN, sobre si planeaba despedir al presidente de la Fed después de intensificar los ataques en su contra el jueves, Trump respondió desde el Jardín Sur de la Casa Blanca: “No, creo que está haciendo un trabajo pésimo”.

Cuando CNN presionó para que Trump respondiera si lo despediría, repitió: “No”.

Sin embargo, estas preocupaciones no han desaparecido por completo, especialmente tras un fallo de la Corte Suprema en mayo que insiste en la facultad de Trump para destituir a funcionarios ejecutivos. No obstante, el tribunal señaló explícitamente que la autoridad de Trump no se extendía a la Reserva Federal, a la que describió como una “entidad cuasiprivada con una estructura única” que le garantiza una independencia especial.

El riesgo más grave —y, según las fuentes, la principal razón de la reticencia de Trump a actuar contra Powell— es la idea de que cualquier acción podría desencadenar inmediatamente una importante caída de los mercado.

La inevitable, larga, compleja y tensa batalla legal que se desataría, dada la postura de Powell de que enfrentará una destitución en los tribunales, probablemente consumiría la estabilidad y resiliencia de la economía estadounidense durante meses.

“Si el presidente intentara destituir al presidente de la Fed, la reacción del mercado sería muy significativa, mucho antes de que ningún tribunal tuviera la oportunidad de pronunciarse sobre el asunto”, declaró el exgobernador de la Reserva Federal Daniel Tarullo en una entrevista con Harvard Gazette en abril. “El efecto previsto en el mercado desincentiva el intento de destituir al presidente, por muy descontento que esté el gobierno con sus políticas”.

Si bien algunos asesores de Trump, incluyendo a Vought antes de este Gobierno, han cuestionado la base legal de la independencia de la Reserva Federal, existe una clara sensibilidad dentro de la administración respecto a la respuesta del mercado.

Esta sensibilidad se agudizó por una de las acciones más importantes de Trump para ampliar su propia autoridad: un decreto que colocaba a las agencias gubernamentales consideradas durante mucho tiempo independientes bajo su jurisdicción.

En ese decreto se escondía una advertencia crucial: “Esta orden no se aplicará a la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal ni al Comité Federal de Mercado Abierto en su gestión de la política monetaria”.

Esta realidad no ha cambiado, afirman los funcionarios, lo que deja en evidencia hasta qué punto las últimas medidas buscan presionar tanto a Powell como a los demás miembros con derecho a voto del Comité Federal de Mercado Abierto.

“Somos conscientes de que Powell no toma la decisión por sí solo”, declaró un funcionario del Gobierno a CNN la semana pasada. “Nuestra opinión es que los miembros con derecho a voto tienen la responsabilidad de analizar los datos independientemente de su opinión, y creemos que los datos respaldan nuestra postura”.

Esa postura se ha visto reforzada por la actual contienda para reemplazar a Powell, cuyo mandato como presidente finaliza el próximo año.

Kevin Warsh, quien, según personas familiarizadas con el asunto, es uno de los tres candidatos con más probabilidades de obtener el visto bueno de Trump, argumentó esta semana en Fox Business Network que los aranceles no son inflacionarios y que la economía estadounidense se estaba viendo frenada por “malas políticas económicas del banco central”.

Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de Trump y otro de los principales candidatos, ha presentado argumentos similares basándose en datos económicos. Irónicamente, fue Hassett, en su rol como presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el primer mandato de Trump, quien jugó un papel fundamental para convencer a Trump de no despedir a Powell tras analizar discretamente el asunto con los abogados de la Casa Blanca.

“Descubrimos que tal vez no hubiera sido posible para el presidente despedirlo y se lo dijimos en el Despacho Oval”, escribió Hassett en sus memorias sobre su tiempo en el Gobierno de Trump. Quizás podríamos despedirlo como presidente, pero podría permanecer como miembro de la junta. Los demás miembros podrían decidir tratarlo como presidente, y eso sería todo.

Si bien la ira de Trump hacia Powell, a quien eligió para presidir la Fed en su primer mandato, viene de lejos, los agresivos ataques públicos a sus opiniones políticas habían sido principalmente suyos.

Pero la frustración que Trump reconoció con franqueza el mes pasado por su ineficaz y unilateral guerra retórica contra Powell pareció impulsar de inmediato a sus aliados a unirse a la pelea.

“El presidente lleva tiempo diciendo esto, pero es aún más claro: la negativa de la Fed a recortar los tipos de interés es una mala praxis monetaria”, escribió Vance en una publicación en X poco después de los comentarios de Trump.

Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda, quien ha criticado duramente al presidente de la Fed durante semanas, pidió la dimisión de Powell pocas horas después de las declaraciones de Trump.

Estas reacciones se han intensificado en la última semana.

Peter Navarro, uno de los asesores más veteranos de Trump y consejero principal de Comercio e Industria, publicó una columna de opinión en el periódico The Hill titulada “Jay Powell compite por ser el peor presidente de la Reserva Federal de la historia”, y luego apareció en Newsmax, Scripps, CNBC y Fox Business para comentar el artículo.

La aparición de Navarro en televisión siempre es reseñada en Wall Street: su papel como el asesor comercial más agresivo de Trump a menudo indica una línea más dura de la administración en materia arancelaria. Pero Navarro dejó claro repetidamente que no quería centrarse en los aranceles y que no tenía intención de enfrentarse al presidente sobre el tema. Por el contrario, quería hablar de Powell.

El secretario de Comercio, Howard Lutnick, al ser consultado sobre Powell en Newsmax, tampoco fue sutil.

“Tiene que cambiar y tiene que irse”, dijo Lutnick. Esa declaración en gobiernos anteriores habría sido extraordinaria para un funcionario del gabinete.

Apenas se registró esta semana.

Sin embargo, el objetivo final no es la destitución de Powell, según los asesores. Se trata, en cambio, de transmitir el mensaje y presionar a los miembros de la junta de la Fed antes de su próxima reunión.

Es una estrategia que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, principal asesor económico de Trump y un portavoz crucial para Wall Street y los inversores extranjeros, ha plasmado a la perfección.

Bessent, en una entrevista con Fox News Sunday el 6 de julio, señaló el enfoque diferente de dos legendarios entrenadores de baloncesto universitario para explicar el de Trump.

“Existe la escuela de Bobby Knight y la de Dean Smith”, dijo Bessent, citando al apasionado exentrenador de la Universidad de Indiana y a la leyenda, más refinada y controlada, de la Universidad de Carolina del Norte. “Obviamente, el presidente es de la escuela de Bobby Knight, y les aseguro que Bobby Knight ganó tres campeonatos nacionales y Dean Smith solo dos, así que manipular a los árbitros parece ser efectivo”.

Kristen Holmes y Kit Maher, de CNN, contribuyeron a este informe.

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